Bernardino Vazquez Mazatzi

El negocio de los 43

Utilizar la tragedia de los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero como elemento para negociar, para fines contrarios a la búsqueda de la justicia, con fines políticos o para beneficio económico de unos cuantos es cuando menos, una cobardía. A la sociedad mexicana le indigna la forma en que algunos personajes, sobre todo aquellos que se dicen de izquierda o se disfrazan de luchadores sociales, hacen suyo el dolor de los familiares de las víctimas únicamente para sacar alguna forma de provecho.

El pueblo de México también se confunde y desorienta cuando observa con incredulidad y rabia cómo los padres de los estudiantes asesinados se dejan manipular por profesionales de la negociación y el chantaje. Las declaraciones que han hecho en el sentido de que ellos no están del lado de la violencia que se ejerce en sus marchas y plantones, no es suficiente ni convence. Los familiares han permitido que unos cuantos vivales se llenen los bolsillos de dinero en nombre de sus hijos.

En otras circunstancias, en otros países y como producto de otra forma de tragedia, los familiares ya debieron convencerse de que los desaparecidos, en realidad, han muerto, fueron asesinados de la forma más cobarde y cruel por criminales profesionales. Tras el tsunami de Indonesia y Sumatra, a los desaparecidos se les dio por muertos conforme la magnitud del acontecimiento; el Fukushima, Japón, tras el terremoto y tsunami quedó claro que quienes ya no se levantaron habían fallecido y en la reciente desgracia de Guatemala, la del deslave del cerro, es ya imposible encontrar sobrevivientes o creer o insinuar al menos que hay gente con vida.

Pero hay ciertos personajes, grupos y organizaciones a quienes les conviene mantener la idea y el discurso de que los estudiantes siguen vivos. Esa es su arma, su argumento, su pretexto, su moneda de cambio. Saltando y evadiendo toda lógica que explique cómo es que pude hablarse de sobrevivencia después de tantos días, esos entes luchan por mantener vivo el rencor en contra de los asesinos, mantienen encendida la esperanza de encontrarlos vivos, le atizan a las culpabilidades posibles o no, inventan y desechan nuevos responsables y de esa forma siguen vigentes, con posibilidades y derechos para negociar.

Si bien no se puede hablar de fallecidos hasta no encontrar los cuerpos o demostrar científicamente que la persona ha muerto, resulta tristemente realista considerarlos muertos tomando en cuenta que en ese fatídico día los muchachos fueron entregados a asesinos profesionales, a seres despreciables que ignoran el derecho a la vida y no a hermanas de la caridad. Se debe o debiera entender que los ausentes ya no viven porque nadie puede ocultar por tanto tiempo a tantas personas con el gasto económico que representa ello y sin que se haya filtrado la mínima evidencia de que eso fuera posible.

Los mexicanos nos solidarizamos con el dolor de los familiares de los ausentes, compartimos su indignación por la forma tan artera en que les fue arrancada la vida, estamos de su lado al momento de exigir justicia y castigo a los culpables, también como ustedes, no estamos conformes con las explicaciones o los resultados de las investigaciones, pero igualmente no estamos de acuerdo en la forma en que determinados grupos y personas utilizan y abusan de su dolor y tragedia.

A nosotros, como a ustedes, nos llena de asco tanta podredumbre en el sistema político nacional, en las absurdas y ofensivas declaraciones del ex gobernador de guerrero, Rubén Aguirre Rivero cuando dice que es inocente y que tiene las manos limpias, nos agravia el lavado de manos del PRD, la impunidad y la corrupción de muchos... la seguridad y garantía de que los 43, no van a ser los últimos.

No obstante las declaraciones victoriosas de los gobernantes, el discurso a modo y triunfalista de las autoridades, México, como territorio, es una enorme fosa clandestina en donde yacen miles de ciudadanos a los que para minimizar la tragedia se les llama desaparecidos o ausentes. Hacen falta explicaciones, pero sobre todo, justicia.

Y no, no necesitamos líderes, mesías, partidos políticos ricos en pueblo de pobres, no nos hacen falta voceros convenencieros y vividores, nos hace falta quien nos devuelva la paz no quien haga negocio de la tragedia.