Oaxaca y la vergüenza nacional

Bernardino Vazquez Mazatzi

Lo ocurrido en Oaxaca es especialmente grave, y triste. Es algo que simplemente jamás debió pasar y no hay, por mucho que se les busque, motivos, argumentos o pretextos para justificar los hechos violentos y las muertes. Nada lo vale. Nadie pudo tener ni tendrá un ápice de razón que intente siquiera sugerir que era inevitable, que fue el último recurso...

Es extremadamente vergonzoso lo ocurrido en Oaxaca y es indignante que mientras unos lloran y sepultan a sus muertos y otros, de cualquier bando, curan sus heridas, otros pocos, muy pocos, contados con los dedos de una mano, desde un lujoso hotel cinco estrellas, degustando caros platillos y finos vinos, pone ante el gobierno otra vez su "pliego de peticiones" que es en realidad un chantaje sangriento con la advertencia de que si no me das lo que te pido ya sabes hasta donde somos capaces de llegar.

Porque si bien es cierto que la violencia extrema y los muertos, las heridas y los daños son verdaderos en ese estado del sur mexicano, también lo es que atrás de estos movimientos supuestamente o no del todo democráticos y reivindicatorios, está el interés de unos pocos que negocian beneficios personales y el enriquecimiento individual y los puestos y cargos que dejan inmensas fortunas. Esa es otra verdad vergonzosa, indigna, lacerante.

El modelo educativo puede estar peor o ser el mejor del mundo, las reformas en la materia, laborales o educativas, pueden tener poco o mucho de dolo; los planes y programas de estudio tal vez requieran de grandes o pequeñas modificaciones y los salarios de los maestros pueden ser bajos o miserables, pero ninguno de estos argumentos sirve para justificar la pérdida de vidas humanas, la violencia irracional de los involucrados, el daño al patrimonio personal o colectivo de los mexicanos ni el abuso de la fuerza de unos y de otros.

De alguna forma priva la ignorancia para llegar al nivel de irracionalidad de los involucrados y el que ambos bandos antepongan la violencia al diálogo, a la negociación, al acuerdo, a la conciliación y la convivencia sólo expone que hay intereses muy caros y negociaciones muy elevadas para impedir que sea la aplicación de la ley y el ejercicio de la justicia la que reine en esta sociedad y cultura que aun en su diversidad se llama México.

A todos los mexicanos nos debe quedar claro que al gobierno le exigimos el cumplimiento de la ley y que es el régimen el depositario de nuestros intereses comunes por lo tanto, no es aceptable que deje en manos de grupos o intereses, ideologías y divergencias, las áreas estratégicas de la nación, al tiempo que rechazamos que el pretexto de un desacuerdo valga para violentar el libre tránsito, la educación, la paz social, el disfrute de los bienes obtenidos lícitamente y la integración del ser en una familia, una comunidad y una cultura.

Al gobierno de México le exigimos utilizar otros métodos, otros argumentos, otras formas y diferentes estrategias para mantener la paz social y el orden interno, le exigimos no apuntar las armas en contra de su propio pueblo ni volver la mirada ni las acciones con violencia hacia la sociedad que lo puso. A los titulares de las dependencias federales del estado mexicano les decimos: nada vale tanto como la vida de los mexicanos por lo tanto, nada justifica tanta violencia.

A los grupos divergentes y contrarios al régimen de gobierno, la gente de paz, le exigimos no involucrar a sectores ajenos a sus intereses plenamente claros ni usar a inocentes como carne de cañón. Sus exigencias pueden ser justas, pueden ser añejas y de urgente atención, pero de ninguna forma les concedemos la razón si con ellas y por ellas niegan el derecho de terceros, disponen de los bienes de los otros, roban, dañan y hieren. Ninguna lucha por muy justa o necesaria que sea, señores de la CNTE y de MORENA, va a justificar seis muertes.

A quienes están detrás de las decisiones equivocadas dentro del gobierno y quienes están de tras de los inocentes o ignorantes que pelean con piedras y cohetes les pedimos terminar con su cerrazón y su capricho: siéntense a dialogar. No fabriquen nuevos héroes de a mentiras, no produzcan nuevos mártires innecesarios. El uso de la violencia no es siquiera el último recurso, nunca lo será pues jamás producirá ganadores.

Sólo el diálogo calmará la sed de sangre de los unos y los otros y de una vez por todas, sépanlo, los mexicanos de bien no aprobamos ni estamos de acuerdo en su forma de entender las cosas...