Dip. Teodardo Muñoz Torres

La representación popular, surge como uno de los principios que garantiza la efectividad del sufragio para las minorías, con el objetivo de que en sistemas mixtos como el mexicano, donde existen candidaturas de mayoría relativa que se definen por la mayoría de los sufragios a favor de una opción política determinada, exista una segunda fórmula que es la de representación proporcional, la cual limita los posibles abusos del primero y por otra, permite que los sufragios depositados en su favor se traduzcan en la integración de las instituciones.

En este sentido, el poder de la representación descansa en la integración de órganos colegiados como el cabildo y de órganos legislativos, ya sean de forma unicameral o bicameral.

En ambos casos la representación proporcional se realiza a través de fórmulas que generan un cociente electoral, haciendo la sumatoria de los votos validos y dividiendo dicha sumatoria entre el número de las expresiones políticas que contendieron. De ahí deriva, con otras fórmulas, la integración de la representación proporcional que puede ser por rondas, resto mayor o incluso antecedido por primera minoría para luego pasar al sistema de integración de las listas plurinominales que los partidos políticos hayan presentado.

La representación del poder ahí se da con matices de democraticidad, donde existe una integración de poderes plurales, con mecanismos de pesos y contra pesos, que restan la generación de acciones autoritarias por parte del poder ejecutivo. De esa forma la representación adquiere, por la vía de la proporcionalidad, un significado de poder democrático, institucional y efectivo.

No obstante, debo señalar que en el afán de democratizar el poder y con la intención de incrementar el debate, el diálogo y la pluralidad, pueden cometerse errores que reducen el poder de la representación de forma obstruccionista.

La integración de los órganos de debate público obedecen a una serie de fases, procedimientos y fórmulas, para que su integración, como en el caso de las legislaturas, limite las mayorías absolutas, que terminarían siendo mayorías hegemónicas y, en otras como en el cabildo, obedecen al número de pobladores, para que proporcionales a ellos número de síndicos y regidores óptimos.

Pero en ambos casos el diseño institucional y electoral, fue definido con miras a una eficaz toma de decisiones públicas al integrarse estos órganos políticos.

No obstante en el caso de nuestro sistema electoral tlaxcalteca, para el caso de los “munícipes” se ha generado un sistema asimétrico que obstruye la toma de decisiones y, al mismo tiempo, ha generado un órgano que puede fácilmente ver obstruida su toma de decisiones, limitando expresamente el espíritu de la representación.

En este sentido, he comentado ya al respecto la pertinencia de analizar la viabilidad de que los Presidentes de Comunidad participen en las deliberaciones edilicias, toda vez que recuden a la representación al rebasar en número la mayoría de las veces, a quienes por esencia ostentan el poder de la representación.

Esta asimetría ha llevado a generar que en municipios, donde rebasen 7 presidencias de comunidad, se integran representantes comunitarios a contravenir a quienes detentan la representación municipal. Por ello, siguiendo en el camino del espíritu de la representación y de su eficacia jurídica y política, próximamente, convocaré a revisar este tema desde al tribuna del Congreso del Estado.

*Integrante de la LX Legislatura