Año con año, el 8 de marzo 8M se traduce en una fecha y un día significativo para las mujeres. En múltiples puntos del país desde muy temprano organizadas o no, en colectivas o a título personal, en reuniones multitudinarias, abanderando el movimiento feminista, luchas colectivas, movilizaciones o protestas; las mujeres salimos a la calle a pedir “justicia”.
Inmediatamente la “opinocracia” da rienda suelta a posturas que minimizan, desestiman las exigencias legítimas de cada una de las mujeres y señalan de manera tajante que “esas no son formas”.
Lo que realmente resulta preocupante es la postura del actual gobierno estatal, que para el 22 de febrero preparaba un manifiesto público, dirigido a la población tlaxcalteca para cuidar el patrimonio cultural, con motivo del Día Internacional de la Mujer, en la víspera del 8 de marzo a través del Consejo Interinstitucional para la Salvaguarda, Protección y Conservación del Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción (Consafran), que palabras más palabras menos, reconoce las violencias que enfrentas las mujeres y asegura ser consciente de las condiciones de opresión y desigualdad producto de la estructura patriarcal, solo queda en el discurso y propone un pacto de civilidad que el mismo gobierno estatal no respetó.
Pudimos atestiguar los fuertes dispositivos de seguridad, un cerco a los edificios y monumentos públicos, grupos antimotines, granaderos y policía encubierta, por sí solo esto es reflejo de los valores androcéntricos que guía a las instituciones y sostienen los pactos patriarcales.
Es muy común encontrar comentarios en las voces de amigos, conocidos, familiares y desde las posturas más conservadoras, hasta en las redes sociales la frase “esas no son formas”; marchar, gritar consignas, denunciar públicamente, rayar o pintar consignas en los espacios públicos o hacer paro.
Estas acciones concretas en el 8M parece una ofensa, sin reconocer que forman parte de un discurso de inconformidad política en el sentido más amplio del término, en tanto las mujeres somos un sujeto político que pretende transformar a la sociedad como una experiencia diferente y efectiva.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando el gobierno no tipifica correctamente las muertes violentas de mujeres en la entidad como feminicidios, cuando hay retraso en la integración de las carpetas de investigación, y la bajísima cantidad de sentencias por este hecho. Un numero creciente de familias en Tlaxcala, madres, hijos, esperan respuestas claras y justicia.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando se omite y desestima la aplicación del protocolo Alba o la Alerta Ámber, de las más de las 350 fichas de búsqueda de niñas y mujeres en lo que va de esta administración solo en el 18% se aplicó algún protocolo. Las familias de las desaparecidas en Tlaxcala que un día salieron de su casa y no han vuelto esperan respuestas claras y la localización de sus hijas, madres, mujeres.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando la articulación de la política gubernamental entre la Fiscalía Especializada para la Investigación y Persecución de los Delitos en Materia de Trata de Personas y de la Procuraduría General de Justicia de Tlaxcala no son suficientes para combatir esta problemática tan compleja, hasta la fecha aun cuando hay poco más de 15 carpetas de investigación, las sentencias condenatorias en el ámbito del poder judicial son insuficientes. La entidad sigue ocupando el segundo lugar en materia de Trata de mujeres.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando los pactos patriarcales entendidos como esos “acuerdos” entre hombres que facilitan y promueven el encubrimiento de la violencia en todas sus formas, el acoso, el hostigamiento y la cosificación del cuerpo de las mujeres.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando las instituciones educativas a todos los niveles, son omisas ante las denuncias de violación y abuso a niñas y adolescentes, cuando se usa el poder y la coerción por parte de los hombres a cualquier nivel, para obtener favores de tipo sexual y en general propician acciones que afectan el acceso de las mujeres a la educación.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando cotidianamente las niñas y mujeres no están seguras en los espacios públicos, la responsabilidad recae en las mujeres, por su forma de vestir, por dónde transitar, los horarios para estar en la calle, en los espacios virtuales, no hay espacios seguros para las mujeres.
“ESAS NO SON FORMAS” cuando la decisión de nuestros cuerpos esté en mano de lógicas políticas ultraconservadoras que impiden la despenalización del aborto, para cumplir con la sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y garantizar a las mujeres el derecho a decidir sobre su cuerpo.
“ESAS NO SON FORMAS” la violencia estructural que fomenta y reproduce estructuras de dominación que violentan y no reconocen las demandas genuinas de las mujeres. El uso desmedido de la fuerza en la marcha del 8M en Tlaxcala deja en claro que desde el oficialismo gubernamental adornar y vender el 8M como el “empoderamiento de las mujeres” constituye un discurso patriarcal desde el privilegio y constituye una trampa para las legítimas demandas de las mujeres en todas sus situaciones y condiciones.
Si una de las premisas del feminismo consiste en transformar las relaciones entre mujeres y hombres y también cambiar la relación de las mujeres con el Estado, esto no significa incorporar a las mujeres al mundo diseñado desde la mirada masculina, sino de cambiar el mundo, reivindicando y derrocando las estructuras que construyen el poder que no garantice la igualdad y la equidad entre mujeres y hombres.