La migración supone el cambio de residencia traspasando los límites geográficos y administrativos, el fenómeno precisa explicarse a través de un enfoque multidisciplinario, considerando el conjunto de razones y situaciones, por ello no es tan simple abordar el fenómeno. Los movimientos migratorios en el mundo son variados y su naturaleza obedece a circunstancias múltiples. La migración en el mundo es de 281 millones, por esto deberíamos desglosar la multiplicidad de razones y el comportamiento migratorio en el mundo.
Las personas que migran a otros países lo hacen por elección propia y otros por necesidad; la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, señala que para 2022, los migrantes internacionales representan el 3.5% de la población mundial.
Para reforzar nuestro punto de vista de la variedad de ideas sobre la migración, expondremos el caso de Ángela, quien es una prueba indudable del espíritu de muchos mexicanos que viajan a Norteamérica en la búsqueda de una mejor vida, ya que durante muchas décadas su país no les ha ofrecido esa oportunidad de una vida digna.
Dice Ángela, al tomar la decisión de ir a trabajar a los Estados Unidos se me dio de manera casual, en realidad solicité la Visa para viajar como turista, ya que se me presentó la oportunidad de un viaje. Mi nivel de vida era medio, mi motivación fundamental no fue la económica, sino el impulso se debía a eventos de carácter personal.
No me paso por la mente el llamado “sueño americano”, debía resolver algunos asuntos personales; después de llegar a San Louis Missouri y adentrarme al mundo laboral, me di cuenta que el “sueño americano” más está en la mente de los mexicanos que se quedan en nuestro país; las condiciones laborales, el hacinamiento, las extenuantes jornadas laborales no necesariamente se traducen en una mejoría económica, para muchos se convierte un permanente sufrimiento.
Digo lo anterior porque cuando llegan a Estados Unidos, las personas no tienen dónde radicar (debajo de los puentes, centrales camioneras y aeropuertos), poco mejora su situación y difícilmente pueden mantener un nivel de vida adecuado; en la mayoría de los casos lo que reciben de salario lo envían a México, en muchos otros es complejo vivir en soledad y al regresar su condición socioeconómica no mejoró ni tienen cuentan con un empleo.
Por otra parte, la jornada laboral es extenuante, además el trato de los agentes de migración norteamericanos hacia los mexicanos es déspota y discriminatorio, pero ya trabajando la relación con otros mexicanos, sobre todo los manager, es muy difícil, por eso digo que el obstáculo de un mexicano recién llegado es otro mexicano; al migrante se le maltrata y es delatado, en la mayoría de los casos es tratado como animal.
Además de lo anteriormente dicho, le agregamos el estado permanente de persecución policial, ello supone vivir en la zozobra, tratando de pasar desapercibido y evitar las salidas frecuentes. No solo es las jornadas de trabajo, sino también viven con el temor de que “la migra” te descubra.
Ahora bien, el tercer trabajo que tuve fue en la ciudad de Utah en una fábrica de pastelillos, era sumamente estresante; posteriormente, fui a Atlanta y me ocupé en un establecimiento de comida empaquetada, sobre todo tamales; llego a Houston y redescubro mis conocimientos de enfermería y me ocupo en el cuidado de la señora Thelma, gano mucho más que en los anteriores trabajos y las condiciones cambian radicalmente.
Después de realizar un recuento de algunos acontecimientos de Ángela durante su estancia laboral en Estados Unidos, ella piensa la situación de los migrantes de la siguiente forma.
Quienes deciden ir a los Estados Unidos buscan el llamado “sueño americano”, en buena medida, se queda solamente en un sueño.
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