Desde 2018 hemos insistido en este espacio de la necesidad de atender la salud de los mexicanos, ya que no es una novedad ni descubrimiento el arribo de México a ser un país, después de la emergencia sanitaria, viejo, enfermo y obeso, pero ni es producto de la pandemia ni es un problema muy reciente, arrastramos desde hace aproximadamente 20 años una serie de problemas que no atinamos a enfrentar y menos a resolver de manera inmediata. Uno de ellos el crecimiento de la obesidad en la población, sobre todo debía de interesarnos los niños, ya que el futuro no es nada promisorio en diferentes ámbitos, sobre todo hemos sido testigos del colapso del sistema de salud, con instituciones manipuladas, caducas y sin presupuestos que permitan contar con recursos humanos y financieros para enfrentar el futuro inmediato.
Nos encontramos con información como la siguiente, México es el país de América Latina que consume más productos ultraprocesados; desde 2016, según la UNICEF, México ha declarado una alerta epidemiológica por diabetes y obesidad, las razones se orientan a que un tercio de las niñas, niños y adolescentes sufren de sobrepeso y obesidad, lo cual no es coincidencia pues México es el país en América Latina, como ya señalamos líneas arriba, que más productos ultraprocesados consume, ello incluye bebidas azucaradas, siendo los preescolares quienes más consumen con cerca del 40% de sus calorías provenientes de la ingesta de estos productos. Para 2022, cada mexicano consume en promedio 214 kilogramos de esos alimentos al año; ello significa que consumimos más del doble del promedio en Latinoamérica.
Nos preguntamos, ¿Por qué debíamos preocuparnos por esta situación? Ello es asunto de quienes padecen obesidad, ya señalamos las condiciones del país después de la pandemia y el colapso del sistema de salud; por esto, el exceso de peso en la infancia conlleva a complicaciones en su crecimiento y su pleno desarrollo y les predispone a ser adultos enfermos en el futuro inmediato, como desarrollar diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares. Si no se priorizan acciones de prevención de la obesidad, las tasas crecientes de niños con sobrepeso tendrán un impacto negativo en la economía, la productividad y el bienestar general de la población.
Ahora bien, qué se hace para comenzar a mitigar los efectos del consumo de productos procesados, según UNICEF y como parte de los esfuerzos del gobierno han consistido en avanzar con regulaciones que permitan cambiar el entorno obesogénico en el que se vive en México. El primer paso fue un esfuerzo pionero con el impuesto a las bebidas azucaradas en 2014, que finalmente sabemos que pagan los consumidores y no las empresas; asimismo, hubo cambios en el etiquetado el año 2021, habría que medir el impacto, además de continuar con las campañas de prevención, advirtiendo a los mexicanos sobre las consecuencias de hacer caso omiso de los riesgos a mediano y largo plazo.
México tiene el primer lugar en sobrepeso y obesidad infantil (33.2%), una tercera de su población infantil padece este problema, lo que nos mueve a replantear muchos aspectos de salud pública, la transformación del sistema de salud es urgente, no es posible continuar con la idea de atender al enfermo y medicarlo, es necesario enfrentar el problema desde diversos ámbitos, porque los problemas no se resuelven con políticas prohibicionistas, ni recomendaciones, precisan abordarse desde diversas disciplinas que brinden una atención integral.
Asimismo, la formación profesional en el área de salud requiere de formar disciplinalmente, pero también en otras áreas, esto no es un problema exclusivamente médico.
La UNICEF plantea que este es el momento propicio para ganarle la batalla a la obesidad, quizás no sea así, mejor dicho, es la última oportunidad para México; insistimos, de hacer caso omiso, como ya lo señalamos, seremos un país viejo, enfermo y obeso, ello en nada contribuye a nuestro desarrollo en un entorno mundial cada vez más obsesionado con la productividad.
Precisamos orientar la política pública a construir estrategias dirigidas a los niños y jóvenes, las líneas de acción, se recomienda, deben ser multidisciplinares y potenciar los factores de protección a la salud, sobre todo modificar comportamientos, ello a nivel individual, familiar y en la comunidad.
Finalmente, precisamos que antes de la llegada del COVID, transitamos en los siguientes términos; pasamos de 2006 con 26% de infantes y adolescentes con sobrepeso y obesidad, hacia 2012 llegamos a que poco más del 30%; resulta grave que en 2020 casi el 40% de niños y adolescentes, padecen obesidad y en menor medida sobrepeso. La mayor de las causas ser relacionan con los cambios en la estructura familiar.
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