Ahora que estamos frente al proceso electoral de este 2024, hay una diversidad de temas a tratar, me llama la atención las actividades en la definición de los candidatos y los acomodos al interior de los partidos; ello nos lleva a preguntarnos por la importancia de los partidos políticos, a pesar de que la percepción no es positiva. Las encuestas que se abocan a la confianza en las instituciones, los partidos presentan los niveles más bajos de confianza, comparándolos otras instituciones como las Fuerzas Armadas, el Congreso y las policías.
Esta colaboración se centra exclusivamente en la percepción del ciudadano con respecto a los partidos políticos, destacando de manera reiterada una concepción negativa y en ocasiones despectiva.
Hay percepciones que van desde quienes los consideran “ratas”, que solo quieren su beneficio personal, hasta quienes reclaman y exigen a los partidos que deben ver por el bien de la ciudadanía.
Por otra parte, hay quienes consideran que son un “asco”, que no funcionan y todos son lo mismo porque solamente ven por sus intereses.
También nos encontramos con ideas más elaboradas, ya que llegan a considerar su importancia más allá de su actuar en los procesos electorales, a través de ellos se definen gobiernos y representantes que toman decisiones que influyen en la sociedad en su conjunto. A raíz de esta idea, se considera una dependencia del ciudadano hacia los partidos que no es justificable; precisamos, hacer consciencia y no permitir, lo que representan los partidos, engaños, mentiras y promesas incumplidas; además que cada vez es más evidente la asociación de los partidos con la delincuencia organizada. Cabe puntualizar que no hablamos de los partidos en sí mismos, sino de quienes los integran y los dirigen.
Esta concepción llega a la afirmación de que los partidos políticos no deben existir, no los necesitamos para vivir en sociedad; si precisamos modificar el rumbo del país, no son indispensables, necesitamos organizarnos de otra manera.
No se necesitan los partidos, los individuos requieren conducirse por sí mismos, la organización del ciudadano tiene que hacerse de otra forma, con el fin de lograr su bienestar.
Ahora bien, más allá de estas percepciones sobre los partidos políticos y más allá de considerarlos como asociaciones de interés público que se conducen de acuerdo con ciertos principios e ideas con dos objetivos fundamentales: 1) canalizar y transmitir los intereses y demandas de la población para que sean consideradas en la toma de decisión gubernamental; y, 2) posibilitar la participación de la población en el proceso político por medio de la elección de los representantes populares que ejercen el poder político.
Incluso, quienes los conciben como fundamentales para la democratización de la vida política de México, lo cual es una verdad a medias, las instituciones electorales asumen como suyo este principio básico.
Ante este panorama y desde la sociología, requerimos preguntarnos sobre su utilidad social, nos preguntamos ¿por qué, pese a la percepción y las ideas adversas, los partidos siguen siendo el punto de referencia en los procesos electorales?
Por una parte, resulta indispensable pensar en una utilidad básica, sirven para mantener una estabilidad política endeble y no caer en la violencia mayor a la que vivimos.
Precisamos tomar como punto de referencia para comprender la existencia de los partidos políticos la utilidad y el papel que juegan al interior de las sociedades, dejamos a su consideración lo anteriormente puntualizado
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