En la última semana fuimos testigos del asesinato de la candidata morenista a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán Gutiérrez, el momento del homicidio fue consumado el primer día de campaña, el pasado primero de abril, en circunstancias preocupantes, con un mensaje de confrontación con todo tipo de autoridad, menospreciando a la municipal, a las policías, al gobierno estatal y al gobierno federal; decimos lo anterior porque fue realizado en su primer día de campaña, en la calle frente a la sociedad y sus simpatizantes. El desafío es mayúsculo y deja en la indefensión no solamente a las autoridades, sino sobre todo a la sociedad, a la ciudadanía, no es un hecho más es un reto de la delincuencia organizada.
Esta reflexión primera nos lleva a pensar en las implicaciones sociales de la violencia y, sobre todo, qué mensaje se pretende mostrar en la sociedad, insistimos en que no es un hecho más, es un desafío abierto a todo tipo de autoridad formal.
De acuerdo con la Dra. Aída Imelda Valero Chávez, la violencia parece estar siempre presente en la vida pública de nuestro país, también está presente en la vía pública, en las plazas, en las calles, hasta en los hogares, como ya vimos en las últimas semanas. La violencia se expresa a través de múltiples formas como la trata de personas, el bulling, la violencia intrafamiliar y de género, el trafico de armas, el secuestro y las desapariciones, la extorsión, los feminicidios, la corrupción, así como la impunidad y las acciones ilegales; todo ello afecta de manera directa y negativa en el tejido social y el sentir o percepción, lo nos provoca buscar espacios seguros.
Indudablemente, la violencia saca a flote la vulnerabilidad en la que nos encontramos, provocando el desinterés por la participación en comunidad, además del miedo y el aislamiento.
Ahora bien, el asesinato de la candidata Gisela Gaytán no es un acto de violencia más, resulta grave porque es en la vía pública, es una candidata y las autoridades no garantizan un proceso electoral pacífico y creible.
Ante las ideas ya señaladas, no podemos soslayar que la violencia política ha escalado a niveles peligrosos; según información del Economista “Las personas aspirantes a puestos municipales concentran 73.4% de las agresiones, federales 14.5% y estatales 7.3%. La violencia en contra de aspirantes es más frecuente en territorios en donde hay fuertes disputas entre grupos criminales”.
Asimismo, podemos sintetizar que, hasta este momento, 50 han sido los aspirantes a cargos de elección popular ejecutados, además las amenazas se han multiplicado, sin contar con cifras certeras.
Una de las preocupaciones más fuertes es el tipo de resultados de las elecciones, de manera definitiva, la violencia política va a influir en el ánimo del electorado.
Asimismo, ante situación, nos preguntamos: ¿Qué nos depara el futuro inmediato, el tipo de autoridad qué tendremos y qué representantes populares integrarán las Cámaras locales y federal?
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