El programa "Servicio Social Con Humanismo" implementado por la administración de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros a través de Coordinación del Servicio Social de Instituciones de Educación Superior (Cossies), ha generado cuestionamientos por permitir que los estudiantes sustituyan su servicio social operativo con donaciones económicas calculadas con base en los costos de tiempo y traslados que les representaría cumplir de manera tradicional.
Bajo esta modalidad, los estudiantes que no desean realizar actividades operativas durante su servicio social pueden optar por hacer una estimación del costo que les generaría cumplir con esta obligación académica de manera presencial, pues calculan gastos como pasajes, tiempo invertido y otros costos asociados, para posteriormente realizar una donación equivalente que les permite acreditar esta actividad formativa sin ejecutar trabajo alguno, según reveló el titular de Cossies, Víctor Manuel Báez Alvarado.
La reciente entrega de insumos y electrodomésticos a familias vulnerables del municipio de Emiliano Zapata, resultado de las aportaciones de 150 estudiantes inscritos en este programa, evidencia cómo funcionaría este mecanismo que ha transformado una experiencia formativa en una simple transacción comercial.
Esta modalidad plantea una problemática fundamental que trasciende lo administrativo y toca el corazón mismo de lo que debe representar el servicio social estudiantil.
Tradicionalmente, esta actividad ha sido concebida como una oportunidad para que los estudiantes apliquen sus conocimientos en beneficio de la sociedad, adquieran experiencia práctica y desarrollen conciencia social a través del contacto directo con las necesidades comunitarias.
Al permitir que esta experiencia sea sustituida por una donación económica, se desnaturaliza completamente el propósito formativo del servicio social.
Los estudiantes pierden la oportunidad de enfrentarse a realidades sociales diferentes, de aplicar sus conocimientos teóricos en contextos prácticos y de desarrollar habilidades profesionales y personales que solo se adquieren mediante la experiencia directa.
Esta modalidad también plantea serias interrogantes sobre equidad social. Mientras estudiantes con recursos económicos pueden "comprar" su servicio social mediante donaciones, aquellos con limitaciones financieras se ven obligados a cumplir con la modalidad tradicional, creando una diferenciación clasista en el cumplimiento de una obligación académica que debería ser igual para todos.
La administración estatal ha promocionado este programa como una muestra de "humanismo", pero la realidad es que convierte una responsabilidad social formativa en una opción disponible solo para quienes pueden pagarla, mientras perpetúa la idea de que las obligaciones ciudadanas pueden comprarse con dinero.
Cossies la dependencia gubernamental encargada de facilitar el servicio social a estudiantes de nivel medio superior y superior en Tlaxcala para que apliquen sus conocimientos y desarrollen aptitudes a través de programas de impacto social, se encuentra bajo la dirección de Víctor Manuel Báez Alvarado. Esta coordinación, junto con la administración estatal, tiene la responsabilidad fundamental de garantizar que el servicio social cumpla su función formativa original.
Sin embargo, facilitar mecanismos que permiten evitar esta experiencia mediante pagos representa una abdicación de esta responsabilidad institucional y una traición a los principios educativos que deberían orientar las políticas públicas en materia de educación superior.
Víctor Manuel Báez Alvarado, debe responder sobre cómo esta modalidad se alinea con los objetivos formativos que supuestamente persigue la dependencia bajo su dirección. ¿Cómo se justifica que una institución creada para facilitar la aplicación práctica de conocimientos estudiantiles ahora promueva un sistema que evita precisamente esa aplicación?
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