Parte 1. Fin de la pobreza: La economía del bien común, economía social y economía circular los pilares hacia la construcción de una sociedad más justa, democrática, humana y sostenible.
Por: Raúl Martínez Nava
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas representa un consenso emergente multilateral entre gobiernos y actores diversos, como la sociedad civil, el sector privado y la academia, sus bases normativas parten desde la Carta de las Naciones Unidas de 1945, hasta las más de 40 referencias de conferencias y convenciones de la ONU aprobadas a la fecha, es así como a través de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas, la Agenda 2030 establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental de los 193 Estados miembros que la suscribieron entre ellos México y con la cual está alineado nuestro actual Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 y por ende nuestro Plan Estatal de Desarrollo 2021-2027.
En este sentido, la Agenda 2030 en su Objetivo de Desarrollo Sostenible 1 Fin de la pobreza, plantea a través de 5 metas lo siguiente de aquí a 2030: erradicar para todas las personas y en todo el mundo la pobreza extrema, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones, implementar a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos, logrando una amplia cobertura de las personas pobres y vulnerables.
Así mismo; garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos y acceso a los servicios básicos, la propiedad, el control de la tierra, la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías y los servicios financieros, incluida la microfinanciación y finalmente el fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima, desastres económicos, sociales y ambientales.
No obstante, la Organización de las Naciones Unidas señala que la pandemia por COVID-19 ha agrandado el desafío que representa el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, pues de acuerdo a su informe de 2021 entre 119 y 124 millones de personas volvieron a la pobreza y hambre crónica, se perdió el equivalente a 255 millones de empleos a tiempo completo, lo que significó que la pobreza extrema mundial aumentara por primera vez desde 1998.
En este sentido, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2021) la caída estimada del Producto Interno Bruto durante la pandemia para México ha sido del 9%, mientras que para América Latina fue de 7.3%, además de que esta situación acabó con las fuentes de ingresos solidas en los hogares, pues tan solo en México 1.6 millones de personas se quedaron sin trabajo.
Así mismo para el mes de septiembre de 2022 la inflación en México alcanzó 8.7% donde dicho impacto ha sido mayor para para los hogares de menor ingreso debido a la composición de las canastas de consumo, pues en este sentido mientras los hogares con menos recursos deben destinar 50% de su gasto al rubro de alimentos, la proporción que un hogar de mayor ingreso le dedica a dichos bienes es de sólo 28%, dado que la inflación actual es más pronunciada en bienes alimenticios y agropecuarios.
Es por todo lo anterior que resulta fundamental el impulsar nuevos modelos económicos que ayuden a combatir los efectos negativos que ha dejado la pandemia por COVID-19, eliminando para ello las brechas de desigualdad que permitan no dejar a nadie atrás, pues en este sentido la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) propone promover modelos de desarrollo sostenible que incluyan a todos, sin discriminación de ningún tipo y con especial énfasis en perspectiva de género y cuidado al medioambiente.
Así mismo es importante mencionar que de acuerdo a el economista italiano Stefano Zamagni: “A nivel mundial hay un consenso general sobre el siguiente hecho: el modelo de orden social que hemos heredado del pasado reciente, hoy no funciona más. Hay consenso entre los científicos sociales (economistas, sociólogos, antropólogos, analistas políticos) que el modelo que hemos heredado de orden social no funciona más”.
De ahí que resulta primordial para poder combatir la pobreza el impulsar modelos económicos con un triple impacto: social, económico y medioambiental, bajo esta perspectiva es que surge la Economía del Bien Común promoviendo que rijan en los mercados los siguientes valores: respeto a la dignidad humana, justicia social, solidaridad, sostenibilidad ambiental, democracia y transparencia, pues como señala Christian Felber la Economía del Bien Común es una “Respuesta sensata alejada de transformaciones radicales. En un contexto de competencia libre pero leal, para alcanzar un desarrollo humano y económico sostenible, una prosperidad compartida. Completando el capitalismo con una “economía cooperativa de mercado”. Es un sistema económico con rostro humano”.
En este mismo sentido la Economía Circular también puede contribuir significativamente para tal fin, pues incorpora una perspectiva de cuidado al medio ambiente y recursos naturales, siendo este modelo definido como un sistema de producción, distribución, consumo de bienes y servicios, orientado al rediseño, reincorporación de productos y servicios para mantener en la economía el valor y vida útil de los productos, los materiales y los recursos asociados a ellos el mayor tiempo posible, y que se prevenga o minimice la generación de residuos, reincorporándolos nuevamente en procesos productivos cíclicos o biológicos, además de fomentar cambios de hábitos de producción y consumo.
Aunado a lo anterior con la expedición en 2021 de la Ley General de Economía Circular por el Senado de la República se busca contrarrestar la generación excesiva de residuos y promover el reciclaje, rediseño y reutilización de los mismos, además de promover la eficiencia en el uso de los productos, servicios, materiales y materias primas secundarias, así como la valorización energética para cumplir con las políticas de cero residuos, promover la integración de cadenas de valor y difundir una cultura de corresponsabilidad ambiental en la población para lograr un consumo responsable.
En tanto que la Economía Social propone un modelo donde la propiedad es colectiva (todos son dueños), es decir, los socios centran su acción en el trabajo colaborativo, buscando un equilibrio entre resultados económicos y objetivos sociales, la gestión es autónoma y transparente entre todos los miembros y no está ligada directamente con el capital o aportaciones de cada socio, sino al bienestar en conjunto.
De esta forma es como la Economía Social propone un modelo más justo, fomentando los emprendimientos y el cooperativismo con impacto regional que logre impulsar la inmersión de los grupos más vulnerables dentro de la economía bajo un enfoque de derechos humanos y perspectiva de género pues como señala Fonteneau en el estudio Economía social y solidaria: construyendo un entendimiento común “es importante tomar en cuenta el contexto de exclusión, desigualdad, pobreza y calentamiento global que enfrentamos, al considerar la inclusión de la producción, la igualdad social, la reducción de la concentración de las riquezas en pleno respeto del medio ambiente, la economía social y solidaria está adquiriendo más importancia en la actualidad por la crisis mundial y su modelo de desarrollo inclusivo y ambientalmente sostenible”.
Es por todo lo anterior que uno de los más grandes desafíos en México rumbo a la consolidación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es poder fortalecer las políticas públicas, programas y acciones orientadas al desarrollo de la economía del bien común, la economía social y la economía circular como medio para combatir las brechas de desigualdad, contribuir con la reconstrucción del tejido social y disminuir significativamente la pobreza del país pues como señala el estudio Economía social: construyendo un entendimiento común “Esta crisis presenta la oportunidad de repensar el estilo de vida en una sociedad que padece de exclusión, desigualdad, pobreza y calentamiento global; y planificar políticas públicas más abarcadoras y democráticas que tengan en cuenta la inclusión de la producción, la igualdad social, la erradicación de la pobreza, la reducción de la concentración de las riquezas y la sostenibilidad ambiental”.