El resultado entorno a la serie de batallas dadas en las dos primeras semanas de septiembre de 1847, fue la caída de la ciudad de México ante el ejército norteamericano; batallas que se dieron desde Churubusco, Molino del Rey, Mixcoac, el Castillo de Chapultepec y, finalmente, ver ondear la bandera de Estados Unidos en lo alto del Palacio Nacional el 15 de septiembre de ese año.
Todo se ha reducido a una ceremonia cada 13 de septiembre y recordar a los cadetes del Colegio Militar muertos en la toma del Castillo de Chapultepec; el triunfo del ejército de Estados Unidos se debe a una serie de circunstancias cuyo origen se circunscribe a la lucha interna por el poder; primero, al consumarse la independencia entre las logias escocesa y yorquina, posteriormente entre federalistas y centralistas y, paulatinamente, derivo esa lucha entre liberales y conservadores.
Por ejemplo, Roa Bárcenas, participante en la batalla del Castillo de Chapultepec, señala que, con las reservas que las circunstancias le merecen, el plan de defensa construido por el ejército mexicano fue el correcto, no obstante, el número reducido de soldados y las limitaciones de armamentos de que disponían; ante esta situación puntualiza que la derrota de los mexicanos se debió fundamentalmente a los siguientes aspectos:
De manera particular, otro participante en la guerra contra Estados Unidos, Manuel Balbontín, puntualiza lo siguiente: “Se nota desde luego en la mayor parte de las batallas, poco tino para escoger y ocupar posiciones, ningún cuidado para preparar la retirada en caso necesario, y gran negligencia para asegurar y defender los flancos y evitar que el enemigo los envolviera con facilidad, como varias veces sucedió. Estas eran las causas de que algunas derrotas fuesen tan desastrosas. Es digno de notarse de que en la única parte en donde se tomó la ofensiva, que fue en la batalla de la Angostura, los resultados fueron favorables…Es verdad que entretenidos nosotros con las frecuentes revoluciones que se sucedían periódicamente, poco o nada nos ocupábamos en estudiar y preparar un sistema de defensa, y que la invasión nos sorprendió por completo, porque la mayor parte de los mexicanos no creyó que tal guerra pudiese venir. Un orgullo nacional mal entendido y un desprecio inconsiderado de nuestros vecinos, contribuyeron también a asegurarnos en nuestra indolencia”.
Asimismo, es sabido que las condiciones en que se encontraba el ejército mexicano eran deplorables, ello se debía a las constantes confrontaciones internas, años atrás la lucha fue entre quienes pretendían derogar la Constitución de 1824 e imponer las 7 leyes y dar paso a una Republica centralista, lo cual no se logra, pero si prolonga la guerra interna hasta la llegada de los norteamericanos.
De igual forma, no había dinero en las arcas públicas y el ejército no contaba con lo necesario para resistir la invasión del vecino del norte, fue inminente la derrota y la perdida de territorio.
Lo que nos muestra el siglo XIX mexicano, particularmente la guerra con Los Estados Unidos, son las luchas internas; en reiteradas ocasiones las potencias extranjeras quisieron aprovechar la disputa interna para mermar el territorio nacional y en buena medida lo lograron. El principal enemigo de México fue la disputa por el poder, la lucha irreconciliable entre liberales y conservadores. Muchas voces de la época veían un México dividido, sin un sistema definido, en la pobreza y ante las potencias mundiales que buscaban una reorganización del orden mundial.
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