La Oficina de Representación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tlaxcala recomienda a la población en general a no consumir más sal de la que viene contenida en los alimentos a la hora de cocinarlos.
Una forma de evitar el consumo extra o incluso en exceso, es no tener saleros colocados en la mesa, de tal forma que la familia se acostumbre a no agregar más sal a sus platillos de alimentos.
La sal es necesaria para el funcionamiento de nuestro cuerpo, ya que todos los organismos poseen una determinada cantidad de este compuesto en forma de sodio, cloro o en cloruro de sodio, por lo tanto, consumirla en las cantidades adecuadas permite una adecuada función de los músculos y del corazón.
Ayuda al cerebro a controlar los impulsos nerviosos; regula los fluidos extracelulares del cuerpo (las células necesitan agua para trabajar) y también mantiene el PH sanguíneo en un balance entre ácido y alcalino; sin embargo, consumirla en exceso, no solo genera adicción, provoca enfermedades graves que al final conducirán a la muerte.
La sal es uno de los factores que generan hipertensión arterial, al provocar la pérdida de elasticidad en las arterias, por lo que al hacerse rígidas, dificultará el trabajo tanto del corazón como de los riñones.
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica que con frecuencia requiere tratamiento de por vida y eleva el riesgo de padecer otros trastornos mucho más graves, puede provocar crisis hipertensivas, insuficiencia cardiaca, infartos y accidentes cerebrovasculares por hemorragia cerebral o por embolia, afectando el corazón, cerebro y riñones.
A nivel de corazón, la presión arterial alta puede causar muchos problemas para el corazón, como la enfermedad de las arterias coronarias, al estar estrechas y dañadas por la presión arterial alta tienen problemas para suministrar sangre al corazón ocasionando dolor en el pecho (angina), ritmos cardíacos irregulares (arritmias) o un ataque cardíaco.
En el cerebro el hecho de presentar y sobrevivir a un accidente cerebrovascular, puede significar vivir con secuelas físicas y neurológicas graves para el resto de su vida.
A nivel de los riñones, el consumo en exceso de sal, dificulta la función de estos, dificulta la función de filtrado y depuración de la sangre, lo que potencia la hipertensión arterial.
El exceso de sal afecta a otros órganos, por ejemplo a nivel de huesos disminuye el calcio, por lo que estos tenderán a la osteoporosis y, por lo tanto, favorecerá el sufrir lesiones y fracturas óseas.
En años recientes diversas investigaciones, han asociado el alto consumo de sal con la presencia de cáncer gástrico, que iniciaría erosionando el recubrimiento del estómago, pasando por lesiones ulcerosas que si no se tratan eficientemente, desembocará en infecciones y luego en la formación de tumores gástricos.
A nivel pulmonar las personas asmáticas ven aún más dañada la función del aparato respiratorio al consumir más sal de la necesaria y la disminución en su consumo, favorece su respiración y poder reducir el uso de medicamentos para tratar su enfermedad.
Por otro lado, mantener malo hábitos alimentarios como el ingerir una mayor cantidad de sal, genera un incremento de sed, misma que en muchas favorece al consumo de bebidas azucaradas, lo que acelera la tendencia al sobrepeso y la obesidad, con todas las secuelas antes descritas, produciendo la hipertensión arterial y consecuentemente daño renal, que muchas veces es irreversible.
Por ello, se invita a todas y todos, a llevar una dieta balanceada, rica en alimentos naturales como frutas y verduras sin conservadores y por supuesto no agregar sal adicional a nuestros alimentos ya preparados y no consumir productos envasados, precisamente por su alto contenido de sal. La salud bien vale la supresión del exceso de sal en nuestros alimentos.
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