En esta entrega, correspondiente al mes de octubre, quiero referirme a una situación que seguramente usted como lector (a) irá reconociendo conforme se desarrolla la columna, y es que tenemos tan naturalizada la violencia hacia las mujeres que se constituye una situación de todos los días, es más, la observamos con mayor frecuencia en redes sociales, y puede ocasionar tal nivel de involucramiento que se sucumbe ante la necesidad apremiante de opinar y comentar.
Quiero iniciar refiriéndome a la significación de la violencia vicaria, constituye un tipo de violencia que generalmente se da en la pareja, ya que el abuso o agresión tiene lugar entre dos personas que tienen o habían tenido una relación, su característica principal y lo que la distingue de otros tipos de violencia de género es que el maltratador sea hombre o mujer busca causar el máximo daño, utilizando para este fin a sus hijas o hijos. Es importante aclarar que me referiré a la violencia que afecta a las mujeres.
La psicóloga argentina, Sonia Vaccaro, configuró el término para hacer visible un tipo de violencia ejercida por los maltratadores como instrumento para causar daño, utilizando a los hijos o bien descendientes en común, es tan extrema que los agresores pueden llegar a terminar con la vida de sus hijos para dañar. La violencia vicaria viene acompañada siempre de otros tipos de violencia, como la psicológica, física, económica, patrimonial y sexual, es considerada por diversos expertos en violencia de género y victimología como un tipo de violencia instrumental al atentar contra la integridad emocional de la persona afectada.
Regularmente sobreviene cuando hay una inminente ruptura del vínculo de entre dos personas que tienen o habían tenido una relación de pareja, aunque no siempre se reconoce que esto es motivado por situaciones de violencia previa. Ocurre cuando sobreviene la espiral de violencia, regularmente ya hubo otros episodios de violencia en un lapso de tiempo prolongado. Cuando la mujer decide denunciar y/o acabar con las situación, llegan las amenazas y sus cumplimiento.
Ahora bien, para poder entenderla me parece importante realizar una especie de descripción y decir como es la violencia vicaria.
Quiero continuar señalando que el impacto personal y social que involucra la violencia vicaria es enorme y multidimensional, sobre todo en lo que la víctima ha experimentado, ha perdido o ha dejado de hacer de su proyecto de vida por la condición que experimentan.
Desde mi punto de vista es muy importante aclarar que las mujeres no son ni deben ser responsabilizadas de la fractura familiar, se tiene que evitar el deterioro de los vínculos cuando estos son acordes con la dignidad humana, cuando hay violencia de género el camino punitivo no es la mejor opción para todas las personas, es necesario que se instaure la justicia restaurativa a las víctimas en casos de violencia de género y en la medida en que esta sea realizable.
La especialista en victimología Geru Aparicio Aviña, considera que las medidas punitivas terminan con el rompimiento del tejido social, debido a que el impacto y castigo del delito de género impacta no sólo a todo el sistema familiar, sino incluso a las generaciones posteriores. El daño a las mujeres impacta comunitariamente; por ello, es importante que la reparación incluya a todas las partes involucradas.
Es dentro de la estructura patriarcal y de privilegio donde la violencia vicaria se va gestando, no surge de un momento a otro. No existe un modelo o perfil de agresor con respecto a los varones que ejercen violencia en el ámbito de la pareja, no constituyen un grupo homogéneo, existen diferentes perfiles de maltratadores, por lo que es muy importante trabajar en la deconstrucción de la masculinidad hegemónica y diseñar políticas públicas dirigidas a los hombres para reconocer y trabajar sus violencias.
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