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El Ferrocarril Pita y Pita… por J. A. Javier González Corona

Columna por J. A. Javier González Corona
Mar. 09 de may., 2023. 06:36 PM
J. A. Javier González Corona
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El Ferrocarril Pita y Pita… por J. A. Javier González Corona

Estamos en un momento histórico donde los medios de transporte (terrestre, marítimo y aéreo) comercial, turístico o de otra índole, deben convertirse en elementos fundamentales para el desarrollo económico y social del país. En Tlaxcala los medios de comunicación son terrestres: carreteras y ferrocarril. Las primeras aceptables en términos generales, aunque varias de ellas concesionadas y con un alto peaje; el segundo, en propiedad privada y utilizado exclusivamente para transportar productos comerciales. Los proyectos de transporte aéreo o de navegación, no han prosperado como el caso del aeropuerto en el municipio de Atlangatepec, ni mucho menos la navegación en el río Zahuapan. Simplemente han sido utopías de campañas políticas gubernamentales.

El estado tlaxcalteca requiere inversión pública o privada con la finalidad de mejorar, restablecer o crear nuevos medios de transporte. Actualmente estamos sujetos a determinadas empresas para salir o entrar al estado (ATHA, Flecha verde y no más), quienes ofrecen un servicio de segunda o tercera calidad. En las rutas urbanas, suburbanas y rurales, los concesionarios y conductores con unidades en pésimas condiciones (combis, vitrinas y algunos camiones), además de un mal trato a los usuarios, su servicio es de tercera, cuarta o quinta. Una alternativa viable por contar con infraestructura (gran parte abandonada), es el ferrocarril.

Desde su llegada a México, el ferrocarril fue un medio de transporte muy útil para transportar personas; incluido el turismo, además de productos agrícolas, ganadero, minero y en general de un sinnúmero de productos comerciales. Sin embargo, la falta de inversión en su mantenimiento, la nula inversión en nueva tecnología, la preferencia por parte de los grandes empresarios por invertir en carreteras, además de representantes sindicales prestos a los intereses patronales (líderes charros=corruptos, apelativo gracias a Jesús Díaz de León líder sindical ferrocarrilero que acostumbraba llegar vestido de charro a las reuniones sindicales), fueron determinantes para su desaparición como empresa pública.

Sabemos que el pionero del transporte ferroviario impulsado por vapor fue Inglaterra en el año de 1825. Para ese momento en México se “mejoraba” el transporte a través de diligencias tiradas por mulas o caballos. Cabe señalar que en 1824 hubo un proyecto por parte de Guadalupe Victoria, primer presidente del país, para construir una ruta ferroviaria que uniera el Golfo de México con el océano Pacífico. Sin embargo, quedó en buenas intenciones debido a la inestabilidad económica, política, social y militar que vivía el país.

A partir de 1850 a 1872 el gobierno federal otorgó diversas concesiones a empresarios de origen inglés, francés, italiano y mexicano (destacando Antonio y Manuel Escandón) con la finalidad de tender vías férreas en la mayor parte del país, considerando que el ferrocarril impulsaría el desarrollo y progreso de la nación. Sin embargo, los inversionistas privados veían en el ferrocarril únicamente un medio para lograr grandes riquezas. Por cierto, la familia Escandón con la finalidad de lograr sus objetivos económicos, estuvo de acuerdo con la invasión del país y así lograr concesiones ferroviarias, aunque lo disfrazaban con discursos romanticistas, como el de Manuel Escandón: “Desde que en Europa hubo ferrocarriles, la idea de hacer uno en México ha sido en mí una especie de manía. Considero que lo que me queda por hacer en la tierra es esta obra clásica”.

La llegada de Porfirio Díaz al poder en 1876 dio pauta a la consolidación de la modernización ferroviaria, independientemente de las fuertes críticas a su gobierno por ser autoritario, clasista, racista, entre otros atenuantes; su admiración a los países europeos, principalmente Francia, lo llevaron a tratar de imitarlos a través de modas, construcciones, festejos y medios de transporte. Para lograr esto último, Díaz le apostó a la inversión privada extranjera y ofreció a los empresarios una estabilidad política nacional, reprimiendo todo movimiento de guerrilla y dando apertura a la capacidad crediticia.

Según Martín Gerardo Aguilar Sánchez (Los conflictos ferrocarrileros en Veracruz 1910-1927) “…a la llegada al poder -Díaz-, existían 640 km de vías ferroviarias, donde destacaban la México-Veracruz y otras líneas de corta distancia… para 1884 aumentaron a 5731 km… y para 1890 creció a 12000 km., al término de su gobierno existían 19280 km de vías férreas y otras más para su expansión”. Es decir, mediante capitales extranjeros (principalmente), capitales nacionales y apoyos por parte del gobierno federal, el ferrocarril se expandió en diversos estados del país. Porfirio Díaz puso las bases para proyectar al ferrocarril, incluso controló administrativa y económicamente a la empresa, creando Ferrocarriles Nacionales de México. Años después, en 1937 el presidente Lázaro Cárdenas la nacionalizó.

Al paso del tiempo el ferrocarril se vino a menos y en 1995 el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León anteponiendo intereses personales por encima de los nacionales, lo vendió a empresarios privados. Desde ese momento los ferrocarriles son utilizados exclusivamente para el servicio de carga. Sus compradores fueron Carlos Slim Helú y Germán Larrea Mota Velasco.

Históricamente el ferrocarril representó un desarrollo económico macro y micro para el país, además de crear toda una cultura ferroviaria en general (recordemos la vendimia que existía en cada una de las estaciones, desde enchiladas, panes, quesadillas, chinicuiles, pulque y un sinnúmero de alimentos según la región, municipio o estado donde paraba el tren). Los países desarrollados, parte de su adelanto se lo deben a los trenes transportando mercancías, turismo y pasajeros.

La gobernadora Lorena Cuellar Cisneros presentó un proyecto denominado Autotrén. La empresa encargada de realizar la obra quedó a deber información clara, concisa y confiable; creando incertidumbre en algunas personas en cuanto al beneficio que ofrecerá como transporte y su respeto al medio ambiente. Sin embargo, no podemos prejuiciarnos con algo que desconocemos a detalle.

Considero necesaria la recuperación del ferrocarril o autovía de la ciudad de Apizaco a la ciudad de Puebla por parte del gobierno estatal. Tal acción tendría mayor fuerza si es respaldada por una iniciativa de algún legislador en el Congreso de la Unión y apoyada por la legislación estatal. Beneficiaría a los municipios de: Apizaco, Santa Cruz Tlaxcala, Amaxac, Santa Ana Chiautempan, La Magdalena, San Luis Teolocholco, Zacatelco, Panzacola y Papalotla, hasta llegar a la ciudad de Puebla. Otras líneas férreas considerarían los municipios de Muñoz de Domingo Arenas, Tlaxco con sus comunidades: San Andrés Buenavista, San Lorenzo Soltepec y la Magdalena Soltepec, Hueyotlipan y Calpulalpan. Por el oriente, Huamantla, Cuapiaxtla y el Carmen Tequexquitla. Todas ellas con estaciones de gran valor arquitectónico, que además de ser espacios de abordaje o descenso podrían ser extraordinarios museos históricos de la comunidad y del ferrocarril, como el de Muñoz de Domingo Arenas inaugurado en el año de 2004, donde su servidor tuvo que ver al respecto.

A la fecha destacan dos proyectos: el tren maya y el tren interoceánico. Son referentes del progreso nacional económico y turístico del país; desgraciadamente (por intereses políticos y económicos) han sido vituperados por parte de partidos políticos y empresarios opuestos a la actual administración, pretextando un supuesto daño ecológico. Díganme, ¿qué proyecto no ha dañado elementos naturales o culturales? lo importante es no perjudicar de una manera drástica al ecosistema que afecte radicalmente la existencia humana. A la fecha considero que lo están realizando bajo una actitud responsable y consciente; destacando los cuantiosos hallazgos arqueológicos que seguramente darán una nueva y amplia visión histórico-antropológica de la sociedad prehispánica maya.

Después de muchos años, al ferrocarril lo necesitamos y él nos necesita. Nos sigue impactando emocional y simbólicamente escuchar el poderío de sus máquinas y su pitar lejano, sin embargo, a la fecha pasa sin detenerse trasladando productos que únicamente benefician a unas cuantas familias. Es momento que Tlaxcala y demás estados del país, consideren como prioridad la inversión en trenes eléctricos que cuenten con máxima seguridad, el menor tiempo de traslado y con la mínima o nula contaminación, es decir, un transporte digno y confiable. Ya basta de conformarnos con ver y admirar el avance tecnológico ferroviario de otros países o… ¿Usted qué opina?

PD. 

“Carlos Monsiváis no sólo fue el cronista de la vida de México durante más de 40 años, fue también nuestra conciencia nacional” Elena Poniatowska. La Jornada 07/05/2023. (04/mayo/1938-19/junio/ 2010). Parte del texto que leyó la escritora con motivo de su natalicio.

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