Hace dos y tres semanas publicamos las dos partes de “Caída estructural de IMSS” de Ángela Barrientos; en ellos se muestra una serie de inconsistencias, malos tratos y deficiencias en el servicio del personal encargado del cuidado de pacientes, pero consideramos que el problema es estructural.
Ahora bien, el problema de fondo no es exclusivo del sector salud, los vemos también en buena parte de las instituciones, pareciera que éstas entraron en un proceso de descomposición, pero México se transforma y los gobiernos, incluido el actual, continúan manteniendo la estructura que funcionó durante mucho tiempo.
Para comprender la anterior idea resulta necesario hacer una especie de retrospectiva sobre la pacificación y reconstrucción de México después de concluida la Revolución Mexicana, sobre todo a partir de la década de 1920.
El proceso de institucionalización tiene como intención la reconstrucción de México, después de un largo régimen dictatorial de Porfirio Díaz, marcado por el atraso económico, político y social; dicho régimen de más de 30 años finalizó con una guerra civil que significó la destrucción de la economía y un régimen político autócrata, además de representar la pérdida de un millón de vidas.
En 1921 se crea la Secretaría de Educación Pública, cuyo fin fue acabar a corto plazo con el analfabetismo, que para la segunda década del siglo XX alcanzaba al 80% de la población; esto constituyó un problema de urgente resolución, sobre todo si la pretensión fue la modernización de la vida pública mexicana.
Asimismo, hacia 1925 se crea el Banco de México, la tarea esencial de esta institución, como órgano constitucional autónomo, se centró en preservar el valor de la moneda nacional a través del tiempo; además de otras tareas, el Banco de México pretendió contribuir a la mejora y bienestar económico de los mexicanos.
Hacia finales de esta década de 1920 se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecesor del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y será el punto de partida de la pacificación y la transición ordenada de un régimen que se mantuvo hasta concluir el siglo XX.
Paulatinamente se crearon las instituciones que fueron dando forma a un régimen basado en el predominio y hegemonía de un partido en el poder, además de sentar las bases de un México que se caracterizó por la estabilidad y el desarrollo no visto durante el siglo XIX.
Ese mismo proceso de institucionalización se dio en la educación y la cultura, entre las décadas de 1930 y 1940 con la llegada los refugiados españoles a raíz de la guerra civil de su país, se intensifica la vida cultural y la fundación de instituciones encargadas de la educación superior y el cultivo de estudios orientadas a la humanidades y ciencias sociales.
En cuanto a la salud pública se crea la Secretaría de Salud en 1943, cuyo objetivo fue atender la salud de los mexicanos y la creación de la infraestructura básica para cumplir con dicha tarea. En ese mismo año también se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social y será hasta 1959 cuando surge el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Ante este contexto que nos toca enfrentar, consideramos que la clave está en la educación en todos los niveles, ya que los mecanismos de formación en nuestros niños y jóvenes, definirá el rumbo de las instituciones responsables de la vida pública.
El proceso de institucionalización mexicano fue el soporte del desarrollo experimentado durante buena parte del siglo XX, las instituciones pasaron por momentos de transformación y adaptación a las circunstancias, pero consideramos, de acuerdo a lo analizado en diferentes artículos en este espacio, que vivimos en un momento de crisis y creemos necesaria una reflexión profunda de las instituciones, muchas de ellas están viviendo situaciones realmente complejas. Resulta indispensable realizar un balance y definir un rumbo que permita no una adaptación, sino una transformación del sistema institucional que tenemos, el cual, insistimos, ya no funciona.
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