Inició señalando que fui practicante del fútbol y aún me entusiasman los campeonatos mundiales, europeos, sudamericanos y no se diga el mexicano, entre otros, sin embargo, pareciera que al paso del tiempo la calidad, entrega, pasión de los protagonistas ha ido desmereciendo. No pretendo caer al clásico juicio tradicional: “lo pasado fue mejor”. Soy de los convencidos que cada momento histórico tiene sus propias características, buenas y malas.
El fútbol llegó a México a través de sus propios fundadores, los ingleses. Y son los hidalguenses y orizabeños quienes se disputan el lugar donde por primera vez se practicó. A decir verdad, lo trascendente es su llegada, aceptación y éxito a través de los años. Algunos argumentan que su asentimiento se debió a que su práctica era muy barata, ya que cualquier objeto podía sustituir al balón y porterías (papel, piedras, vasos, botellas, ropa, etc.), es decir, lo más importante era y es, meter un gol ya sea en el patio, calle, parque, baldío o en cualquier otro lugar.
El fútbol como cualquier otro deporte es una actividad lúdica que se compone de elementos rituales, simbólicos, miméticos, reglamentarios y, además, con sistemas e instituciones que se han establecido a través del tiempo. Su auge ha superado aquí en México a deportes como el basquetbol y volibol, ambos consagrados por la Revolución Mexicana y por el deseo de José Vasconcelos (primer secretario de Educación Pública) de institucionarlos a través de su práctica, para ello, construyó canchas en el mayor número de escuelas. Por su parte, los municipios y comunidades no se quedaron atrás y en sus espacios céntricos construyeron canchas. Al paso de los años el fútbol se impuso.
El fútbol no tan sólo ha superado al basquetbol y volibol, sino al béisbol y a todos los demás deportes tanto individuales como de conjunto, convirtiéndose en un atraso cultural-deportivo del país. Es decir, mediáticamente estamos saturados de fútbol y únicamente cada cuatro años con la justa Olímpica la gente se siente motivada para practicar: atletismo, gimnasia, ciclismo, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, lanzamiento de martillo, natación, clavados, halterofilia, remo, etc. Pasan los juegos Olímpicos y volvemos a la rutina futbolística, agréguele que no se cuentan con los espacios adecuados y suficientes para su práctica de la mayoría de ellos.
Por su parte, empresas televisivas privadas han monopolizado las trasmisiones: Televisa. Tv Azteca, Imagen, FOX, ESPN y ahora las plataformas recientes como ViX. Mismas que utilizan a sus comentaristas, analistas y a un mundo de comerciales, para mediatizar y hacer creer a niños y jóvenes que cualquiera con su “esfuerzo” y “deseo” podrán ser como Hugo Sánchez, Rafael Márquez, Carlos Vela, etc. y lograr ser tan millonarios como ellos. Utopía en pleno.
Por su parte los apasionados al fútbol no tendrán otra alternativa que comprar su inscripción y seguir enriqueciendo, aún más, a los dueños de esas empresas. No creo que quieran perderse un “clásico” futbolero y ahora menos, cuando la mayor parte de juegos (mediáticamente) los han convertido en clásicos: Guadalajara vs América, América vs UNAM, Tigres vs Monterrey, Guadalajara vs Atlas, etc.
Hace más de veinte años varios locutores o cronistas deportivos, gritaban de manera efusiva: “A todos los que quieren y aman el juego del hombre” o “El fútbol, el juego del hombre”, es decir, su euforia no era otra cosa que una discriminación de género. A la fecha, la participación de la mujer es destacada y de gran calidad futbolística, incluso, superando a los varones, sobre todo cuando vemos a las damas no asumir actitudes histriónicas ridículas como lo hacen los caballeros cuando reciben un simple empujoncito por parte del rival.
Por otra parte, cuidado con el acoso sexual, algunas futbolistas de manera valiente ya lo sacaron a la luz, desgraciadamente no es nuevo ni únicamente lo han sufrido las mujeres, también los varones, pero como era el “juego del hombre”, cómo un “machín” iba a declararlo o quejarse, su reputación varonil ponía entre dicho. Sin embargo, quienes lo ejercen o encubren (directivos) deben ser juzgados por las autoridades correspondientes o una vez más ¿el dinero solucionará los agravios?
Desgraciadamente el futbol se ha convertido en sinónimo de dinero. En días pasado salió una nota (La Jornada 09/07/22) señalando que ya fueron absueltos Joseph Blatter y Michel Platini de la acusación que tenían por fraude a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) cuando fueron directivos de esta. Es decir, el dinero a la hora de impartir justicia sigue siendo el número uno tanto en México, EU, Inglaterra, China y cualquier otro país, en este caso Suiza, donde fueron redimidos de todos los cargos en su contra.
Un ejemplo más. El grupo Pachuca que encabeza el empresario Jesús Martínez junto con el grupo Carso, propiedad del magnate Carlos Slim, anunciaron la compra del 51 por ciento de las acciones del Club de fútbol Real Oviedo de España. En un comunicado los directivos del equipo expusieron: “en el pasado, Carso y Pachuca hemos sido socios en el fútbol mexicano alcanzando grandes resultados dentro de la cancha, un bicampeonato con el Club León, un Campeonato con los Tuzos del Pachuca; y trabajando hombro con hombro fuera de ella, siempre en beneficio del deporte, salud y la educación” (sinembargo.com). ¿Dónde se han materializado esos beneficios?
En el fútbol mexicano pareciera haber más extranjeros que nacionales, los hay como directivos, entrenadores, comentaristas y futbolistas. No es estar en contra de las personas que han llegado de otros países, sino la falta de oportunidades a los mexicanos por estar ocupados esos espacios. Por consecuencia, esa situación se refleja en la selección nacional mexicana: adolecemos de entrenadores de primer nivel y de jugadores en posiciones clave; centros delanteros, medio campistas y defensas centrales. Ya que quienes ocupan esos espacios en los torneos regulares, en su mayoría son extranjeros. Si bien es cierto en Europa y EU fluyen los extranjeros, su rendimiento dista mucho de los que vienen a nuestro país, salvo excepciones.
Otra alternativa pudiese ser la de integrar a la Selección Nacional de fútbol con jugadores extranjeros nacionalizados. Los conservadores estarían felices, si trajeron a un emperador a gobernar el país, para qué querríamos mexicanos en el seleccionado. Así lograríamos “alcurnia”, “estatus” y “triunfos”. (ironía en pleno).
Se anuncia una contratación estelar por parte del equipo de fútbol de la UNAM, incluso, algunos periódicos le llaman al brasileño Dani Alves “un fuera de serie”. Sin duda, es una de las adquisiciones más notables dentro del mercado futbolístico. Empero, cuándo dejaremos de apasionarnos y realmente valoremos todo en medida de las circunstancias, condiciones y realidades. Es un jugador que por su edad va de salida, sin embargo, podría enseñarles mucho a las generaciones jóvenes, siempre y cuando se le exija como futbolista en el campo de juego y entrenamientos. Tuvimos el caso de Ronaldinho cuando fue contratado por el equipo Querétaro hace unos años: cobró muchos dólares y únicamente se dedicó a realizar floreos con el balón y tan, tan. Bueno, también lleno estadios en beneficio para quien o quienes lo contrataron.
En otras palabras, el fútbol como práctica deportiva y lúdica, está siendo superado por el dinero, inclusive, en el nivel amateur. Vemos en los campos de las comunidades (por cierto, muy descuidados) que quienes “destacan” ya no juegan por defender un equipo, una camiseta, una dignidad deportiva, representar una comunidad o practicar un deporte, sino ganar dinero. Asimismo, vemos a jugadores ex profesionales (mexicanos y extranjeros) en campos de terracería “cobrando buen dinero” y únicamente cumpliendo dentro de la cancha, sin dejar enseñanza a los infantes, adolescentes y jóvenes de ambos sexos.
El estadio “Tlahuicole de Tlaxcala”, inaugurado primeramente como campo deportivo “Cajeme” por el presidente nacional Abelardo L. Rodríguez el 16 de septiembre de 1934, se mantuvo por años sin gradas y con varias inundaciones debido al desbordamiento del río Zahuapan. Siendo hasta el 18 de abril de 1961 cuando el gobernador Joaquín Cisneros Molina lo inauguró como estadio. Para fines de la década de los setenta jugó el primer equipo profesional ADO y posteriormente Lobos de Tlaxcala, Guerrero de Tlaxcala y Linces de Tlaxcala, hasta la llegada del actual “Coyotes de Tlaxcala”, quien participa en la segunda liga más importante del futbol mexicano.
Durante el gobierno de Marco Antonio Mena Rodríguez (2017-2021) decidieron ampliarlo y modernizarlo, por cierto, con presupuesto público (impuestos de todos), aunque administrado por una empresa privada (Providencia). Desapareciendo a la única pista de atletismo y cancha de fútbol empastada en la capital del estado, sin importarles la carga histórica, cultural y deportiva del inmueble. No es cuestión de objetar el fútbol profesional en Tlaxcala, es lamentar por qué esa empresa privada o el estado, no invirtió en la construcción de un estadio con una mejor infraestructura y en un lugar más adecuado, evitando así, quitarles a los atletas y futbolistas ese espacio deportivo con gran carga histórica tlaxcalteca.
Por su parte Lorena Cuellar Cisneros realizó un evento multitudinario de campaña y ya después de asumir la gubernatura, un espectáculo popular gratuito con el cantante Manuel Mijares. Ojalá no exista la intención de cambiar el deporte por espectáculos musicales. Insisto, sería mucho más aplaudible un estadio nuevo y se deje el “Tlahuicole”, como se conoce popularmente, para los deportistas tlaxcaltecas.
Recapitulando. Si en México y Tlaxcala queremos ser competitivos a nivel mundial y nacional respectivamente, así como atender diversos problemas de salud a través del deporte, es necesario replantear los proyectos, objetivos, financiamientos, estrategias e infraestructura deportiva, sin olvidar “como punto central” a los niños y jóvenes en su formación y acompañamiento, tanto en el fútbol como en los demás deportes. De no ser así, continuaremos con la mediocridad deportiva en general y la población mayoritaria simplemente seguiremos contribuyendo en las arcas de unos cuantos o… ¿Usted qué opina?
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