No hay un medio de comunicación que no hable de la “nueva ola” de contagios causada por la nueva cepa denominada Ómicron. Algunos con gran amarillismo, otros, tratando de acaparar adeptos a su medio informativo; otros más desvirtuando la información por ser contrarios a la política estatal y nacional; los menos, realizando su trabajo informativo de manera objetiva e imparcial. Asimismo, existen periodistas, asegurando que alguien de gran confiabilidad les aseguró una “verdad absoluta”; siempre bajo un carácter alarmista. Ante el bombardeo falso o verdadero, la sociedad se confunde y termina sin creer a nadie.
Desgraciadamente nos hemos convertido en una sociedad escéptica pues por muchos años hemos sido engañados, principalmente por políticos. Recuerdo que un compañero maestro hace unos 12-15 años comentaba de manera irónica: “La definición de política ya cambió, ahora es el arte de mentir”. ¡Que desgracia!, aunque al parecer no estaba distante a la realidad.
Algunos(as) que tienen cargo de representación popular o directiva, afirman para justificar actitudes deshonestas: “si no es cuando se tiene poder, entonces cuándo se hace uno de algo”. Esa actitud ventajosa y convenenciera de los políticos y empresarios (éstos últimos prometen empleos, desarrollo y participación con las comunidades y terminan contaminando, otorgando empleos con mínimos niveles y salarios, etc.) es muy común encontrarlos en el camino. Afortunadamente una gran parte de la sociedad mexicana y por ende tlaxcalteca, ya no avala tales actitudes y menos a quienes utilizan frases como: “Quien no tranza no avanza”, “Un político pobre es un pobre político”, “ganar para recuperar”, entre otras.
Nuestra sociedad se caracterizaba por ser honrada, respetuosa (sin caer al servilismo), sincera y formal. Recuerdo la frase que en estos tiempos causa risa e ironía: “me comprometo de bigote”, es decir, cumplir y asumir la responsabilidad mediante el compromiso de la palabra.
Lamentablemente la mentalidad individualista, acaparadora y deshonesta, producto del sistema neoliberal-capitalista, nos ha llevado a otros rumbos y la aplicación de vacunas se vuelve un ejemplo: Hubo quienes gracias a su capacidad económica viajaron al país vecino del norte para vacunarse junto con su familia, gastando más de cien mil pesos. Sin embargo, nunca pensaron en aportarlos para adquirir mayor número de vacunas y así beneficiar a más compatriotas. Cuando cuestioné a uno de ellos su respuesta fue concreta: “lo del pueblo le toca al gobierno, mi caso es personal”. Pregunté a otros en cuanto al tipo de respuesta obtenida y sus respuestas fueron sorprendentes para mí: “si tuviera la economía y los medios, también lo haría”.
Es decir, culturalmente estamos perdiendo valores. Estamos en una situación de salvarnos “nosotros” (yo y mi familia) Ya no pensamos en los demás, únicamente medio reflexionamos cuando escuchamos a nuestros abuelos o personas mayores de ochenta años o más, hablar de cómo resolver los problemas de manera colectiva. Sin embargo, es tan avanzada nuestra cultura individualista que nos reímos o simplemente no les creemos a quienes se preocupan de resolver los problemas bajo un carácter social. Incluso, valoramos y reconocemos a personas abyectas.
Ya lo dije en la columna anterior y las estadísticas serias lo confirman: somos dentro los 10 países a nivel mundial que han aplicado la vacuna al mayor número de la población. Sin embargo, algunos medios de comunicación se han encaprichado en desvalorar la labor gubernamental tanto nacional como estatal, tratando de crear una opinión adversa. Y aunque en algunos municipios se desborda la gente, en otros, tienen que vocear para pedir de favor a la población acuda a recibir la vacuna ya que los centros de aplicación se encuentran semivacíos. ¿No habrá conciencia social o la opinión de los siempre inconformes ganan terreno?
La historia nos ha mostrado que, para lograr cambios, unos se logran en poco tiempo y otros a largo plazo. Una persona puede volverse rica o ser parte de una asociación delictuosa en poco tiempo, siendo deshonesta, corrupta o cruel. En cambio, para ser una persona confiable, honrada y con una mentalidad de colaboración social se necesita de mucho tiempo. Por lo menos de una educación desde la infancia tanto familiar e institucional hasta la edad adulta, sin entender a la educación como un adiestramiento.
Aprovecho para felicitar a quienes conforman el equipo de trabajo de Radio Universidad perteneciente a la Universidad Autónoma de Tlaxcala, por su vigésimo aniversario al aire y por su constante esfuerzo cotidiano de ser mejores. Enhorabuena y que sean muchos años más de existencia. Su compromiso con los universitarios y con la sociedad en general, seguramente los llevará a ofrecer alternativas nuevas y variadas como corresponde a una radio universitaria.
Por último, la pandemia pudo ser creada por el ser humano o por la propia naturaleza, no lo sabemos ni creo que lo vayamos a saber, lo que sí sabemos es que está entre nosotros y nos ha dañado mucho. Si no tomamos conciencia real de manera COLECTIVA en cuanto a la vacunación y llevar a efecto las indicaciones y protocolos sanitarios establecidos, seguiremos lamentando y echando culpas a quien sea. Mientras tanto, el virus, metafóricamente hablando, se seguirá riendo de nosotros o… ¿Usted qué opina?
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