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Elementos de Moral por Luis Pérez Cruz

En la época de la independencia por Luis Pérez Cruz
Dom. 13 de jun., 2021. 08:19 AM
Luis Pérez Cruz
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Elementos de Moral por Luis Pérez Cruz

El siglo XIX fue muy importante en términos del desarrollo y consolidación de una nueva forma de organización social, que conocemos como el capitalismo. Ello representó una crisis completa del Antiguo Régimen, además de las revoluciones políticas y transformaciones económicas profundas; la educación se generalizó, se difundió el hábito de la lectura, el disfrute del arte y la música dejó de ser un gusto exclusivo de la aristocracia, la política adquirió el elemento de discutirse entre las personas y la presencia de la mujer en el ámbito público dejó de ser excepcional.

           Ante este panorama, nos encontramos ante la disyuntiva de la forma de organización que es adecuada para el nuevo tipo de sociedad, los principios medievales con un fuerte arraigo religioso, fueron caducando sobre todo en el medio urbano. Por una parte, la ciencia, como ahora, se convirtió en un conocimiento y una mentalidad, compartida por buena parte de las sociedades, que, marcadas por las mismas referencias culturales, aunque de manera más inconsciente, propició la extensión de una nueva “fe”, centrada en la ciencia como fuente de verdad y objeto de culto.

          Por otra parte, había que construir nuevas formas de convivencia social, que permitiera generar cierta estabilidad, además de sustentar los deberes del ser humano, así como orientar su conducta por el bien y no por el mal, comportamientos profundamente religiosos, pero cuyo valor en la nueva sociedad debía sustentarse en la “conciencia”.

          El siglo XIX estuvo inundado de textos que propiciaran y provocaran las conductas que no dañaran a otros individuos, así entonces les presentamos un fragmento de Elementos de Moral, de Miguel de Zamacois, donde se describen algunos aspectos que privaron durante la mayor parte del siglo XIX y representaron formas de conducta de los nuevos grupos, ya que el Antiguo régimen representaba lo caduco e inoperante.

          El texto que comentamos contiene una diversidad de temas que orientan el comportamiento decimonónico, los temas enunciados son “De Dios, del hombre, de la inmortalidad del alma, de las leyes, del gobierno”, “Virtudes humanas”, “Crímenes, vicios y defectos de los hombres”, “Deberes de la vida pública” y “Deberes de la vida privada”.

          Comencemos con el texto referido al capítulo “Deberes de la vida privada”, del apartado “De los casados”, donde se destaca las responsabilidades y el papel de la mujer frente a la sociedad, pasemos ahora a dicho texto, que no es muy diferente a conceptos y comportamientos actuales:

          “¿Qué deben proponerse los esposos?, Amarse mutuamente, hacerse felices y no traspasar los límites de sus atribuciones.

          ¿Cuáles son las obligaciones del marido con respecto de la mujer? El marido debe á la mujer todo su apoyo, amor y estimación; debe consagrar todos sus afanes á mantenerla con decencia y decoro.

          ¿Y las de la mujer respecto al marido? La mujer ha de manifestar á su marido cierta condescendencia amigable, un tierno y sincero amor, debe andar solicita en agradarle, y hacer que en su casa reinen el orden y la economía.

          ¿Debe el marido, como jefe de familia, manifestar superioridad sobre su mujer? No; jamás debe abusar de su fuerza, de su talento, ni de su capacidad.

          ¿Y la mujer? No debe ser imperiosa, ni voluntariosa, ni debe proferir jamás su boca las palabras yo quiero, yo dispongo, yo lo mando.

          ¿Qué imperio puede ejercer uno sobre otro? Sólo el de la razón, unida á la afabilidad, tratándose mutuamente con respeto.

          ¿Cómo debe ser considerado el hombre que hace infeliz á su mujer? Como un bárbaro inhumano.

          ¿Y la mujer que hace alarde de su independencia? En muy ridícula, mal educada, y considerada la plaga de su casa.

          ¿Deben creerse infelices los esposos, porque haya entre ellos algunos disgustos? No; ligeras contradicciones no hacen la desgracia de quien tiene alguna reflexión, pues se sabe que la naturaleza humana está sujeta á debilidades

          ¿No podría justificarse en la mujer la coquetería con el fin de agradar? No, porque el excesivo amor a los adornos degenera en una vanidad despreciable, que indica deseo de encender pasiones deshonestas.

          ¿Cuál es el mejor medio de agradar que deben adoptar las mujeres? El de la honestidad; costumbres puras, un entendimiento claro, y un corazón sensible, son prendas dignas de la estimación de todo marido sensato, y de merecer en todas las edades la consideración y el respeto en los demás hombres.

          ¿Cómo acaban las coquetas? Cuando la edad ó los placeres han ajado sus facciones, se ven desechadas de aquellos mismos que más las han obsequiado.

          ¿En qué suele consistir muchas veces la ruina de una casa? En el desarreglo y mala disposición de la mujer

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