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La justicia del Virrey columna por Luis Pérez Cruz

En la época de la Independencia columna por Luis Pérez Cruz
Lun. 28 de jun., 2021. 09:30 AM
Luis Pérez Cruz
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La justicia del Virrey columna por Luis Pérez Cruz

En esta ocasión rescatamos un texto llamado Leyendas y sucedidos del México Colonial, donde se narra dos acontecimientos que muestran la rectitud del Virrey Revillagigedo, caracterizado por su simpatía por la independencia de la entonces Nueva España, Revillagigedo fue el promotor de sanear la ciudad de México, empedrar sus calles y dotarlas de iluminación, además de enfrentar a ladrones y malvivientes. Asimismo, impulsó la construcción del drenaje de la ciudad de México.

          Se le consideró, además de impulsar la modernización de la ciudad de México y, posteriormente, otras más de virreinato, también fortaleció el sistema de intendencias impuesto algunas décadas atrás por la Corona española.

          Ahora bien, pasemos a conocer la idea de justicia del Virrey Revillagigedo, en los albores de la guerra de Independencia en la Nueva España:

Gobernó en la Nueva España don Vicente de Güemes Pacheco Padilla y Horcasitas, segundo conde de Revillagigedo, de 1789 a 1799, Su rectitud como Gobernante le concitó el odio de muchos funcionaros que lo acusaron formalmente ante el rey de España, por lo que el rey mandó a que se le hiciese un juicio de residencia. Fue el consejo de Indias el que conoció el caso y no sólo absolvió al Virrey, sino que lo honró y condenó a los regidores que lo acusaron, al pago de costas.

Dos ejemplos de su rectitud con los siguientes casos:

Cierta señora viuda se le presentó diciéndose que, habiéndose ido a embargar a su marido por una deuda, de orden de juez, en los últimos días de su vida, ella cuidó de poner en salvo un cofrecito de alhajas en que tenía su dote, el cual entregó en depósito confidencial y muy secreto a un caballero, sin exigirle recibió ni constancia. Que urgida de la necesidad de su viudez se lo pidió al depositario, quien no solo le negó que lo había recibido, sino que la había insultado tratándola como a una loca.

Revillagigedo la emplazó para la noche siguiente, previniéndola que se mantuviese oculta en cierto lugar, del que a cierta seña que le haría. Llamó asimismo al depositario, y le reclamó amistosamente por las alhajas, quien le negó haberlas recibido: el virrey lo excitó repetidas veces a que las devolviese, tratándolo de caballero a caballero, y le ofreció que aquel hecho quedaría oculto y cubierto su honor, más él persistió en negarlo. Durante la conversación, le preguntaba si tomaba rapé; sí señor, le dijo, tome Ud. el que guste y le franqueo la caja; entonces el Virrey afectando distracción y urgencia de despachar un negocio del momento, se separó y llamo reservadamente a un ayudante de una persona, a quien dijo… Pásese usted a la clase de don N., entréguele usted a su esposa esta caja de polvos, y que por señas de ella le mande el cofrecito de alhajas que tiene estas y las otras señas que le detalló iguales que les a las que había referido la dueña. Dentro de poco he aquí al ayudante con el baulito. El Virrey hizo salir a la señora, a la que preguntó si era aquella la cajita que reclamaba… Sorprendida al verla: es la misma señor, dijo, que entregué a este caballero en depositó, nada falta de ella… Ahora bien, dijo Revillagigedo, dándole una mirada de indignación, ¿Con que usted ha osado engañarme como a caballero y como a Virrey, después de haberle allanado el camino para cubrir su honor y satisfacer a esta infeliz viuda’?... Pues bien, usted entenderá que no debe burlarse impunemente de mí. Queda usted arrestado y con vigilancia en el cuerpo de mi guardia: hizo al punto traer un coche de camino con una escolta, y que partiese un castillo.

Otro tanto Ejecuto con cierto alcalde ordinario de México, bastante rico. Supo que vivía en mal estado con una mujer, y le previno que dentro de quince días la pusiese a veinte lenguas de México. Acreditándoselo a con certificación de cura del lugar, ofreciósele a ser así, más se convino con otra mujer, la poniéndose el nombre de la manceba se presentó al cura, pero la verdad se quedó en México. Revillagigedo supo poco el enredo, lo deslindó completamente, quito al alcalde el empleo y le mando el castigo a la fortaleza…

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