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Día internacional de los pueblos indígenas por J.A. Javier González Corona

Columna por J.A. Javier González Corona
Lun. 16 de ago., 2021. 01:15 PM
J.A. Javier González Corona
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Día internacional de los pueblos indígenas por J.A. Javier González Corona

El 9 de agosto se conmemoró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Fue establecido en el año de 1982 en la ciudad de Ginebra Suiza por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, es hasta el 23 de diciembre de 1994 durante el Decenio Internacional de las poblaciones Indígenas del Mundo donde la Asamblea General decidió en su resolución A/RES/49/214 la conmemoración de manera anual. Cabe destacar que el Decenio Internacional tiene como objetivo solucionar los diferentes problemas con los que viven a diario las comunidades indígenas a nivel mundial: salud, educación, medio ambiente, derechos humanos y desarrollo.

Esta conmemoración nos recuerda la vida tan complicada y difícil que han vivido los pueblos indígenas establecidos en el actual territorio mexicano, así como en el centro y sur del continente americano desde 1521 con la conquista española y por parte de otros países europeos. Sin embargo, no se escapan otras naciones de las llamadas de primer mundo, como es el caso de Canadá en donde encontraron en la escuela-internado Kamloops 215 restos de niños indígenas.

Según el periódico Sol de México (6 de junio 2021) la Comisión para la Verdad y la Reconciliación de Canadá “concluyó que [ese país]…utilizó los internados como herramientas para cometer un ‘genocidio cultural’ contra la población indígena del país” e incluso, utilizó a los niños para realizar experimentos “científicos” sobre malnutrición.

Es decir, los pueblos indígenas por siglos han vivido en situaciones precarias, discriminatorias y explotadas en el nivel más bárbaro que pudiese existir. Sin embargo, gobiernos nacionales y estatales por muchos años han declarado su preocupación por estos pueblos, aunque ninguno con la firme convicción de respetar sus derechos humanos, culturales, sociales, políticos y económicos.

No hemos podido lograr el vernos como seres humanos con virtudes y defectos, derechos y obligaciones y con las mismas oportunidades. Respetando en todo momento las diferencias raciales, alimenticias, religiosas e ideológicas, es decir, nuestras discrepancias en color, tamaño y volumen tendrían que ser secundarias o terciarias ante los valores humanos y culturales de las personas. En otras palabras, nos urge valorar y entender que no hay personas ni cultura, mejor o peor, simplemente diferentes.

Toda conmemoración sin duda es importante, pero más importante sería que todos los discursos se cristalicen en hechos. Seguramente los indígenas están cansados de escuchar diversas peroratas por parte de políticos, religiosos e incluso jefes de estado, cuando ellos siguen siendo los pueblos con mayor pobreza; menos oportunidades laborales y escolares; castigados por una justicia que nunca los consideró ni los sigue considerando; sus lenguas olvidadas y minimizadas a dialectos, salvo cuando las utilizan en anuncios publicitarios de índole turístico o en campañas políticas, entre otros aspectos. En síntesis, los pueblos indígenas siguen siendo los grupos más olvidados, aunque sí utilizados económica y políticamente de manera perversa.

Quienes conforman las Legislaturas tanto nacional como estatal se ufanan de ser los representantes del pueblo, sin embargo, al parecer los pueblos indígenas no son considerados como parte de ese pueblo que representan. Incluso, esa irresponsabilidad se acentúa en quienes han ejercido, ejercen y ejercerán como diputados federales por Principios de Mayoría Relativa, ya que algunos de ellos representan a estados que no corresponden a su espacio de residencia. A nivel estado es lo mismo, representan a un Distrito donde nunca han radicado. Bajo esas características ¿sabrán por lo menos que posiblemente van a representar a uno o más pueblos indígenas?

En Tlaxcala nunca supe que la Legislatura por terminar, haya discutido y menos aprobado alguna iniciativa trascendente a favor de los dos grupos indígenas que cohabitan el estado: náhuatl y otomí. Pero aún peor, han integrado la actual y pasadas legislaturas diputadas y diputados que sus apellidos indican sus raíces genéticas a esas dos etnias o de otras, pero al estar ostentando el cargo se olvidan de esas raíces mostrando su deslinde cultural mediante una actitud esnobista.

En nuestro estado y de manera específica entre los dos grupos étnicos tenemos a yeseros, tejedores, albañiles, herreros, pintores, agricultores, fruticultores, carpinteros, panaderos, profesionistas, entre un sin número más de actividades de gran valía, sin embargo, aunque comúnmente se niega, han estado excluidos de la sociedad mayoritaria por motivos racistas. Desgraciadamente en el discurso se dice haberlo superado, en los hechos es otra cosa.

Sin duda, la conquista material y espiritual por parte de los españoles fue totalmente discriminatoria y de sometimiento hacia los indígenas, tanto que al paso del tiempo influyó en la conducta y pensar de los propios mestizos, éstos bajo un sentido aspiracional aceptaron la ideología y praxis de los conquistadores. Por consecuencia, los indígenas se quedaron sin aliados. Por cierto, el 13 de agosto del presente año se cumplieron 500 años de la consumación de la conquista española. Lo dejo para otra columna.

El tema de los pueblos indígenas es bastante amplio y trascendente, una columna se convierte en un microespacio para tratarlo. Aunque si lo suficiente para proponer la necesidad de replantear el papel de los pueblos indígenas a nivel mundial, nacional y estatal. De los 476 millones de indígenas a nivel mundial, distribuidos en 90 países, entre ellos México, representan a la población más desfavorecida y vulnerable, es decir, los más pobres. Y si agregamos que el 40% de las 7,000 lenguas están en peligro de extinción, su situación no es nada halagadora y sí, muy preocupante.

En Tlaxcala según el INEGI existen 26,662 hablantes de lengua indígena, incluyendo a nahuas, otomís o hñahñu (los que hablan el otomí o gente otomí) y migrantes totonacos, mixes, mixtecos, entre otros. Cabe señalar que no tan sólo la lengua es un criterio para delimitar a quien es o no indígena, aunque, aun así, la población indígena tlaxcalteca se ha reducido a lo mínimo, además de estar en un proceso de transformación lingüística y cultural. Por lo que insisto, sino se replantea cómo reconocer sus derechos y resolver sus diversas problemáticas por parte de los tres poderes gubernamentales y la propia sociedad civil, además de respetar sus propias determinaciones producto de sus cualidades como entes pensantes, algo puede suceder con los pueblos indígenas. Hasta el momento únicamente escuchamos discursos donde los enaltecen como el “orgullo” de la sociedad tlaxcalteca, ¡que ironía! ¿Usted qué opina?

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