Delimito, hablo de la Iglesia como institución, la que se inició cuando la poderosa Roma de esos momentos estaba dividida en dos imperios: el de oriente, con capital en Bizancio (hoy Estambul ciudad de Turquía) y de Occidente con capital en Roma. El emperador Constantino hijo de Constantino Cloro, fue el primero quien realizó su conversión, además de convencer a Licinlo, emperador de Oriente para que firmara el Edicto de Milán en el año 313 d.C. y así reconocer a la religión cristiana como la de los romanos y de quienes conformaban sus colonias.
A la firma del Edicto, el emperador ostentaba el dominio sobre la iglesia, sin embargo, poco tiempo después fue aceptada la autoridad del obispo de Roma bajo la versión de que el apóstol Pedro vivió su martirio en ese lugar. Más tarde, en el año 711 d.C., cuando el imperio romano estaba en decadencia, el emperador Filípico Bardano como una estrategia para mantener el poder solicitó al papa Constantino I le confirmara su autoridad, quien por cierto no le concedió tal gracia, pero sí aprovechó para iniciar con la supremacía política del pontífice sobre el emperador. El papa Gregorio II es quien establece al Vaticano como el primer territorio gobernado por el pontífice, confirmando dicho poder, cuando el papa León III corona a Carlomagno en el año 800 d.C.
El Papa como autoridad suprema del Estado Vaticano tiene un poder económico extremo, ya que ocupa el segundo lugar en tener el mayor tesoro en oro, solo por detrás de los EU y se estima en 8.000 millones de dólares, sus bienes inmuebles están valuados en 2 billones de euros, todo ello el año 2020 (www.eulixe.com). Esa riqueza es observable en la élite de la institución con su ostentosidad exagera, contraria a la forma de vida de Jesús según lo narrado en el Nuevo testamento y lo peor, de quienes integran la población mayoritaria de la Iglesia católica.
Afortunadamente Jorge Mario Bergoglio tomó el nombre de Francisco de Asís, uno de los santos del panteón cristiano que pregonó y practicó la humildad y la pobreza, es decir, seleccionó el nombre de un santo que vivió de la caridad humana y bajo los principios de Jesús, lo que demuestra su sentir y actuar del actual Papa. Así mismo, en algunas de sus discursos ha destacado su manifiesta oposición al sistema neoliberalista, ya que lo considera como el impulsor de la pobreza de muchos frente a la acumulación de riqueza en unos cuantos.
Otro aspecto notorio en su servicio papal, son sus encíclicas (cartas solemnes sobre asuntos de la Iglesia dirigida por el Papa a los obispos y fieles católicos de todo el mundo) que por el momento son cuatro: Amoris laetitia (la alegría del amor); Laudato si (alabado sea); Lumen Fidei (La luz de la fe) y Fratelli tutti (todos hermanos). En esta última, el pontífice plantea la necesidad de que todos como hermanos defendamos a los pobres, no tan sólo como personas, sino a los pueblos y naciones, frente a los poderosos.
En cuanto a su postura ante la pandemia nos muestra su gran preocupación por todos los humanos, ante el peligro de contagio, sin considerar diferencias económicas ni racistas. Pidiendo que la aplicación de las vacunas no sea bajo un principio discriminatorio ni económico, sino bajo un sentido de equidad y humanidad.
Sin duda, la pandemia por tratarse de un fenómeno propio de salud, quienes asumen la responsabilidad son: el gobierno nacional y estatal a través de la Secretaría de Salud (SESA). Sin embargo, el existo para el control de ella dependen de la participación de varios entes sociales e institucionales, una de ellas es la Iglesia, es decir, si la autoridad civil suspende fiestas patronales, quince años, casamiento y otros festejos más, por qué la Iglesia no suspende sus actividades religiosas y con ello evita grandes concentraciones de personas. De acuerdo a la cultura popular católica: sin misa no hay fiesta.
Empero, si la institución religiosa declara que aún valorarán si llevan a cabo el “miércoles de ceniza”, la gente se confunde y saca sus propias conclusiones: “si los sacerdotes están realizando misas y existen actividades religiosas tradicionales, entonces no hay peligro, quien está exagerando es el gobierno”. Válgase la santa ignorancia.
Lo que vemos desgraciadamente por parte de la Iglesia en Tlaxcala, es una contradicción entre su decir y su hacer, ya que el Obispo ha declarado la suspensión de todas las actividades religiosas, sin embargo, por otro lado, algunos párrocos tratan de hacerle quedar mal o simplemente hacen lo que ellos consideran pertinente de acuerdo a su visión micro regional, pasándose por el arco del triunfo las indicaciones. Al final de cuentas “en el pecado llevan la penitencia”, algunos sacerdotes están enfrentando al SARS-CoV-2 hospitalizados y otros más, el virus les ha ganado la batalla.
Según el censo del 2020 por parte del INEGI señala la reducción del número de feligreses en la religión católica y el incremento de seguidores en las diferentes instituciones evangélicas que han ido penetrando en las comunidades. Los motivos seguramente serán diversos, pero uno de ellos, desde mi humilde opinión, es la incongruencia entre el decir y hacer de algunos clérigos. Tengamos muy presente que la pandemia no es un juego, si bien la fe tiene un papel muy importante en las personas creyentes, no se puede minimizar o ignorar el respeto a las normas sanitarias o ¿usted qué opina?
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