Es curioso ver y escuchar cómo los medios de comunicación: radio, televisión, prensa escrita y algunas páginas en internet, a través de sus comentarios y análisis se esfuerzan por mostrar un gran descontento de la población contra el gobierno federal actual, incluso, si algún extranjero llega al país y los lee o escucha, inmediatamente concebirá una gran crisis de gobierno en el país, por ende, en cada uno de los estados que lo conforman.
Sin embargo, el triunfo mayoritario en las urnas para elegir diputados federales, 15 gubernaturas, diputaciones estatales, además de presidencias municipales y de comunidad, demostraron lo contrario. Es más, la declaración del titular del INE Lorenzo Córdova Vianello confirmó esa incongruencia: “…como nación debemos de estar orgullosos de lo que sucedió en la jornada electoral del 6 de junio, y tal vez lo más importante sea que la democracia no fue una víctima de la pandemia…” en otro mensaje apuntó: …“se cumple una etapa más del proceso electoral y se da certeza a la decisión expresada a través del voto por más de 49 millones de mexicanas y mexicanos que acudieron a las urnas el pasado 6 de junio”. Con esas declaraciones nos damos cuenta que la gente salió a votar por quien consideró lo más apropiado para este momento. Por lo tanto, no existe esa crisis ni discrepancia entre gobierno y pueblo, salvo alguna parte de la sociedad que seguramente votó en contra, como es su derecho, pero la mayoría con su voto mostró empatía con el partido político en el poder y el actual gobierno, ya que obtuvo la mayoría de votos.
Es común históricamente que en las elecciones donde no se elige al presidente de la República, la participación de votantes es reducida, sin embargo, en las elecciones del 6 de junio las expectativas fueron superadas a pesar de la pandemia y de una constante manipulación mediática para inducir el voto. Afortunadamente la reflexión, análisis y decisión personal de cada votante se impusieron; realizándose una jornada en donde la democracia salió ganando en bien de la ciudadanía y del país en general. En Tlaxcala la población salió a votar libremente y aunque hubo uno que otro altercado en algunas casillas electorales, no pasó a mayores. No obstante, tenemos que reconocer que aún nos falta para lograr una mejor participación democrática.
Habitualmente, después de una contienda electoral quienes ganan expresan: “ganamos todos”, quienes pierden: “alguien tuvo la culpa”. En esta ocasión, para algunos, en nuestro estado tlaxcalteca el culpable fue el gobernador, tanto así que sus propios compañeros de partido, gabinete, amigos y medios de información (quienes antes hablaban de él como el mejor gobernador del país), pasando la contienda cambiaron radicalmente de opinión, señalándolo culpable de que la abanderada por el PRI y la coalición “Unidos por Tlaxcala” fueran derrotados. Es decir, de considerarlo el mejor gobernador o por lo menos uno de los mejores a nivel nacional, con la derrota simplemente dejó de serlo. Lo califican como el traidor al partido político que lo llevó al poder. ¡Ya encontraron al culpable! Sorprendente.
Sin embargo, quienes lo están enjuiciando no consideran que dejaron de trabajar con sus estructuras en tiempos fuera de campaña; de crear nuevos métodos y técnicas de trabajo político; de reconocerse como oposición a nivel nacional; de olvidar su soberbia; de modificar su autoritarismo; de minimizar los programas de apoyo a nivel nacional; de hacer tranzas sobre las obras y/o proyectos en las obras autorizadas; de pensar que el pueblo es ignorante y sometido; entre otros aspectos. Es decir, no asumieron responsabilidades reales y objetivas en todo el proceso de campaña, de tal manera, se observa y entiende que ante su derrota simplemente buscaron a quien echarle la culpa, ¡insólito!
Quienes ganaron la elección, sin duda tienen un gran compromiso con la ciudadanía tlaxcalteca; la confianza y esperanza nuevamente se hace presente como cada seis años. De tal manera, los resultados deberán ser claros, concretos y en poco tiempo, además de ello, no subirse al clásico “ladrillo” como se dice coloquialmente; reconocer el liderazgo nacional del presidente quien mucho les contribuyó; evitar continuar con políticas tradicionales; hacer las cosas bien ya que sus adversarios estarán muy atentos para exhibir el mínimo error de su gobierno, como lo están haciendo con el titular del ejecutivo a nivel nacional, para demostrar que la gente se equivocó en las urnas. De su trabajo a favor de la ciudadanía depende consolidar su triunfo en las pasadas elecciones.
En otro orden de ideas, el 20 de junio (cada año el tercer domingo del mes de junio) se celebra “El día del Padre”. Esta celebración como muchas otras tiene su origen en los Estados Unidos y su propuesta de celebrar al padre (bajo un principio de mercadotecnia) está en relación a reconocerlo como se realiza con la madre, aunque hay que aceptar gran distancia entre un festejo y otro. Aspecto que se debe, entre otras cosas, a la formación que se les daba a los hombres: dureza, disciplina, autoridad y de ser ellos los proveedores. Mismos que se reflejan cuando son padres.
La otra, es la gran influencia que el cine mexicano tuvo al respecto; quién no ha visto películas mexicanas (el llamado cine de oro), realizadas durante los años treinta y sesentas del siglo pasado (las siguen pasando por tv) donde un Pedro Infante, Jorge Negrete, Fernando Soler, entre otros, se hicieron famosos interpretando al padre mandón, impositivo, rígido o al hijo que respetaba y admiraba a su padre con esas características. Es decir, la actitud del padre estaba asociada al autoritarismo que lo deslindaba de actividades como: cuidado de los hijos, actividades de limpieza en la casa, etc. destinadas exclusivamente a la madre.
En fin, la formación social masculina tuvo como característica destacar los defectos de género, en contraparte a las virtudes maternas. Afortunadamente las cosas han ido cambiando y aunque el comercio ha incidido en el festejo del día del padre, más que de un sentimiento filial; la igualdad y participación de la pareja en la crianza de los hijos, actividades hogareñas y demás, han propiciado otra conducta y actitud de los padres, es decir, la cercanía con los hijos ya es de otra manera: comprensión, participación, cariño, amor, responsabilidad, etc. Sin embargo, a pesar de que los padres anteriormente nos formaron bajo los principios de gran rigidez (también a ellos los formaron igual), merecen mi reconocimiento y gratitud. Felicidades a todos los padres en su día sin distinciones formativas. Y usted ¿Qué opina?
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